La libertad se conquista con todas las armas disponibles

Cuba: Cuartes Moncada en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo: símbolos de la Rebeldía Nacional

Guantánamo. – De irredentos hombres y mujeres de Cuba que iniciaron la lucha por la libertad de la patria en 1868, tomaron el legado de rebeldía los jóvenes que asaltaron los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes para atizar la llama de la independencia definitiva de la nación.

“La libertad no se mendiga, se conquista con el machete en la mano”, había proclamado Antonio Maceo casi un siglo atrás cuando, prendió la llama por el derecho de los cubanos a erigir su propio destino, sin la sombra de potencias extranjeras que aguijoneaban la nación. Era ya para 1953, justo en el año del centenario del natalicio del más universal de los cubanos, un clamor en la conciencia nacional la necesidad de borrar la afrenta permanente que significa la vida para un pueblo, sumido en la desesperanza, prácticamente sin acceso a la salud, la educación, los alimentos y otros derechos básicos.

En ese contexto son conocidas las continuas maniobras políticas de la clase dominante para perpetuarse en el poder a la sombra del imperialismo yanqui que desangraba descaradamente nuestra economía. Un año antes el dictador Fulgencio Batista se había hecho del poder mediante un golpe de estado, resultando el país manejado por “una camarilla sangrienta de gobernantes rapaces, al servicio de poderosos intereses internos y externos, que se apoyaban descarnadamente en la fuerza, sin ninguna forma o vehículo legal de expresión para las ansias y aspiraciones del pueblo, había llegado la hora de acudir otra vez a las armas…”, como lo describió el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto por la efeméride del Moncada en 1973.

Fidel, el máximo inspirador de los sentimientos de rebeldía contra los desmanes que vivía el país, convencido de que la lucha armada era en aquel escenario, la única vía para alcanzar el supremo objetivo de la independencia, organizó la acción del 26 de julio para propinarle el golpe definitivo a la tiranía que se sacudía por la intensidad del clamor de libertad de los cubanos.

“Era necesario enarbolar otra vez las banderas de Baire, de Baraguá y de Yara. Era necesaria una arremetida final para culminar la obra de nuestros antecesores, y esta fue el 26 de Julio. Lo que determinó esa arremetida no fue el entusiasmo o el valor de un puñado de hombres, fue el fruto de profundas meditaciones sobre el conjunto peculiar de factores objetivos y subjetivos que imperaban en aquel instante en nuestro país”, afirmó el líder cubano.

Esa temeraria acción que, a pesar de no haber alcanzado su objetivo central y significó la perdida de valiosos jóvenes, representó, sin embargo, una victoria estratégica que despertó aún más la conciencia nacional, y demostró que la vía escogida por Fidel y los jóvenes Moncadistas era la correcta. Los años posteriores y la hidalguía, el sentimiento revolucionario y la aspiración de libertad dieron la razón una vez más a nuestro invicto Comandante en Jefe.

Tras el desembarco del Granma y las épicas batallas libradas por el Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, se alcanzó el triunfo definitivo en 1959, que al decir del Máximo Líder Cubano, en el XX Aniversario de la Gesta del Moncada: “Por primera vez el obrero, el campesino, el estudiante, las capas más humildes del pueblo, ascendían a lugares cimeros de la vida nacional. El poder revolucionario era su poder, el Estado era su Estado, el soldado era su soldado porque él mismo se convirtió en soldado; el rifle su rifle, el cañón su cañón, el tanque su tanque, la autoridad su autoridad, porque él era la autoridad. Ningún ser humano volvería jamás a sufrir humillación por el color de su piel; ninguna mujer tendría que prostituirse para ganarse el pan; ningún ciudadano tendría que pedir limosna; ningún anciano quedaría en el desamparo; ningún hombre sin trabajo; ningún enfermo sin asistencia; ningún niño sin escuela; ningunos ojos sin saber leer; ninguna mano sin saber escribir…”.

Por esas razones como el propio Fidel reconociera: “El 26 de Julio ha pasado a ser una fecha histórica en los anales de la larga y heroica lucha de nuestra patria por su libertad. No era este alto honor, ciertamente, los propósitos que guiaban ese día a los hombres que quisimos tomar esta fortaleza. Ningún revolucionario lucha con la vista puesta en el día en que los hechos que se deriven de su acción vayan a recibir los honores de la conmemoración. “El deber debe cumplirse sencilla y naturalmente”, dijo Martí.

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