Fin de año, tradiciones que nos hacen únicos

Por Sheila Laborde

Cada diciembre, las calles de Cuba se visten de fiesta y color, mientras las familias se preparan para despedir el año viejo y dar la bienvenida al nuevo. En este rincón del Caribe, las tradiciones de fin de año son un reflejo de la identidad cultural, una mezcla de esperanza, alegría y un toque de magia que invita a todos a participar en rituales únicos que son transmitidos de generación en generación.

Una de las costumbres más peculiares es la famosa vuelta a la manzana con una maleta la noche del 31. Los cubanos recorren el perímetro de su barrio, un gesto simbólico que promete un futuro lleno de viajes y aventuras, especialmente al extranjero mientras los participantes ríen y comparten anécdotas sobre sus viajes pasados y venideros.

Cuando el reloj se acerca a la medianoche, otro ritual toma protagonismo: el lanzamiento de un cubo de agua a la calle. Este gesto, que puede parecer simple, tiene un profundo significado. Al arrojar agua, los cubanos buscan purgar lo malo, dejando atrás las malas energías y abriendo paso a la buena fortuna.

Pero quizás uno de los momentos más esperados es la quema del Año Viejo. Un muñeco hecho de trapo, vestido con ropas extravagantes y decorado con creatividad, se convierte en el centro de atención.

Las familias compiten por hacer el muñecón más original, añadiendo detalles como un tabaco en la boca o un sombrero destartalado. A la medianoche, el muñeco es consumido por las llamas, simbolizando el cierre de un ciclo y la esperanza de que el nuevo año traiga prosperidad y bienestar.

La noche no estaría completa sin la tradicional cena, cuando el aroma del arroz congrí y el lechón asado inunda el ambiente. No importa lo duro que fueron los meses pasados, ni las riñas familiares, para la tradición la unión fraternal se impone. Las mesas se llenan de yuca con mojo, ensaladas frescas y tostones crujientes, creando un festín que une a amigos, vecinos y familiares en torno a la calidez del hogar.

Vea: 2025, un año para atesorar lo escencial

Y como toda celebración cubana que se respete, la música es el alma de la fiesta. Reguetón y salsa resuenan en cada rincón, desde los clásicos de Celia Cruz hasta los contagiosos ritmos del reguetón moderno. Los Van Van y Cándido Fabré son los encargados de poner a bailar a todos, mientras el ron fluye y los corazones laten al ritmo de la alegría colectiva.

Así es como Cuba despide el año viejo: con maletas vacías listas para ser llenadas de nuevas experiencias, agua para limpiar el camino hacia el futuro, muñecos que arden con las penas del pasado y mesas repletas de amor y sabor. En cada tradición se encuentra un deseo compartido: que el nuevo año traiga consigo esperanza, júbilo y la promesa de días mejores.

Comente con nosotros en la página de Facebook y síganos en X, TelegramYoutube

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *