Grito de AMLO por Cuba revienta las portadas de la prensa en México

Por suerte todavía se imprimen periódicos. La inmediatez  e impacto de las noticias en las redes, no han podido contra las certezas que siempre aportan los diarios.

Mercedes, gran amiga cubana que vivió y trabajó por algunos años en este país, me alcanza un resumen gráfico de las portadas de todos los matutinos de este viernes post celebración del Grito de Dolores y no puedo menos que agradecerle: ahí está, para la historia, lo que trasciende.

Cada uno lo ha puesto a su manera y en su estilo, pero ni la prensa sensacionalista ha podido ignorar el verdadero acontecimiento del 16 de septiembre de 2021 en mero corazón de la Ciudad de México: AMLO pidió el fin del bloqueo.

A los cubanos puede parecernos lógico, elemental, lo más natural del mundo, porque es nuestra necesidad, nuestro infinito reclamo hace 62 años, pero fuera de Cuba no lo es. No pasó antes. Acaba de pasar ahora. Y no pasó como una frase más. Pasó como la frase que reventó todas las portadas de un país lleno de portadas.

El grito del Presidente del Gobierno de México, pidiendo el fin del bloqueo a Cuba en medio de la celebración del día nacional de su país, es el grito de Nuestra América y del mundo.  

Y fue dicho con todas las letras, sin eufemismos. No fue un sí pero no, tan común en la política al uso, porque AMLO no es un político común. Y tal como se vio en ese propio discurso, tiene un arsenal de palabras exactas para definir lo que pueden ver sus ojos de viejo luchador por la justicia.

No paso por alto, aunque no ganara portadas, su estremecedora relatoría de todas las ofensas proferidas en su día contra el cura Hidalgo, a quien después la historia colocó en lugar cimero en el pedestal de los próceres mexicanos.

Para quien no lo oyó o leyó, aquí les dejo esa joyita dentro de la joya mayor que fue todo el discurso, ese momento donde reconstruye el itinerario de las ofensas proferidas contra el primero en la pelea. Lo hace apoyado en las investigaciones de un grande de las letras mexicanas y latinoamericanas, el inmenso Paco Ignacio Taibo II, a quien tanto le debe la memoria de Cuba y quien, por cierto, fue uno de los notables que acudió a la cita con Díaz Canel en la embajada.

Pues, esto dijo AMLO apoyado en Paco: «Ningún dirigente en la historia de México ha recibido más insultos que el cura Hidalgo. Paco Ignacio Taibo hace un recuento de todos los improperios: “endurecida alma, escolástico sombrío, monstruo, taimado, corazón fementido, rencoroso, padre de gentes feroces, Cura Sila, entraña sin entrañas, villano, hipócrita, refinado, tirano de tu tierra, señor septembrizador, pachá máximo, lo-cura, imprudentísimo bachiller, caco, malo, malísimo, perversísimo, ignorantísimo bachiller Costilla, excelentísimo pícaro, homicida, execrable majadero, badulaque, borriquísimo, primogénito de Satanás, malditísimo ladrón, liberticida, insecto venenoso, energúmeno, archiloco americano”.

Por si fuese poco, en el juicio de excomunión lo llaman demagogo, “desnaturalizado y frenético”.

Él se defendía respondiendo que actuaba con apego a su conciencia y es célebre la frase que dirige a sus acusadores: “Abrid los ojos americanos, no os dejéis seducir de nuestros enemigos: ellos no son católicos sino por política: su Dios es el dinero y las conminaciones solo tienen por objeto la opresión. ¿Creéis acaso que no puede ser verdadero católico el que no esté sujeto al déspota español?”. En fin, si Hidalgo no hubiese sido auténtico, no lo hubiesen sacrificado con tanta saña como a Cristo.»

Cada cual entiende las palabras por lo que conoce y siente. Al escucharlas en el Zócalo este memorable 16 de septiembre, yo sentí que estaba diciéndolas para su invitado de honor y para sí mismo. Dos hombres que están dejando la vida por mejorar las de sus pueblos y que todos los días deben poner duro el pellejo contra los improperios de los odiadores de este tiempo que, como ya se ve, son los mismos de hace 200 años, sólo que con trajes nuevos.

Hacía falta ese paralelo. La historia siempre pone todo en su sitio.

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