Apertura al capital foráneo

Guantánamo.- En su intervención en la octava legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, realizada el pasado 27 de diciembre de 2016, el Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército, Raúl Castro Ruz, reflexionaba sobre la importancia y la necesidad de incentivar la Inversión Extranjera en el país para poder desarrollar la economía nacional.

La realidad es que para que el sistema empresarial socialista logre el dinamismo necesario, a tono con las transformaciones plasmadas en la actualización del modelo económico y social, urge la búsqueda de mercados, tecnologías, recursos, y la Inversión Extranjera Directa (IED), es una vía necesaria.

Algo está clarísimo, como lo señaló Raúl ante los diputados, “Cuba no va, ni irá al capitalismo”. Sin embargo, la IED deberá desempeñar un papel estratégico para desarrollar al país, mantener la sostenibilidad y la seguridad nacional ante los retos que implica hoy las complejidades del mercado internacional.

Para un pequeño país con dificultades propias de un subdesarrollo no superado, y con un régimen de relaciones económicas perseguidas por la primera potencia capitalista del mundo, resulta determinante encontrar financiamientos para las inversiones, además de mercado para las producciones y servicios.

Vivimos en un archipiélago dependiente en energía y alimentos de la evolución de los precios mundiales. Pero es el mundo en que vivimos y debemos atemperarnos a las condiciones del mercado internacional, de ahí que habrá que encontrar la manera de vivir y sacar provecho, incluso de las situaciones difíciles que puedan presentarse.

La ejecución de la IED requiere de premisas esenciales como las relacionadas a su correcta aplicación y que la población la conozca a cabalidad para así enrumbarla hacia aquellos sectores más necesitados de capital, como los relacionados con la producción de Energía Renovable, el Transporte, la Agricultura, el Turismo, entre otros.

Lo que sí debe quedar claro es el propósito fundamental de esta apertura al capital foráneo: dar solución a las necesidades del país para alcanzar el desarrollo sostenible y próspero que tiene planeado la dirección del país, que incluye, por supuesto, la elevación de la calidad de vida del pueblo.

Algo está claro. Todos los cubanos no intervenimos directamente en la Ley, pero disfrutaremos de sus beneficios a corto y mediano plazos, ya que están bien claros los destinos de las inversiones previstas, que, entre otros favores, incrementará las fuentes de empleo.

De igual manera queda bien plasmado que las inversiones podrán realizarse en la mayoría de los sectores del país, excepto la Salud, Educación, y las instituciones armadas, éstas últimas solo pueden gestionar en sus sistemas empresariales.

La Ley de Inversión Extranjera, con la Zona Económica Especial de Mariel como punta de lanza, es un complemento imprescindible para la economía cubana en su afán por despegar y conseguir el incremento necesario en la producción y eficiencia industrial, para así asegurar el desarrollo del país.

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