Un país a punto de elecciones

Suceden tantas cosas a nuestro alrededor que apenas alcanza el tiempo para procesarlas. Esta oportunidad de acceso a los acontecimientos, de manera poco menos que inmediata, la agradeceremos siempre. Junto con ello, sin embargo, la misma cantidad de noticias que continuamente nos llegan (basta con la experiencia de conexión a una red social para comprobarlo) también nos permite analizar el escenario, revisar todo cuanto conocemos o pensamos, y preguntar entonces: ¿Qué es lo que vemos cuando vemos? ¿Qué procesos ocurren ahí, delante de nuestros ojos y oídos, y la misma acumulación de la noticia nos impide adentrarnos en ellos?

Como en una narrativa de horror, llevamos semanas dando seguimiento a la justa ira de la comunidad afroamericana ante las demostraciones de violencia de la policía estadounidense contra personas de este grupo racial. La protesta en las calles lleva más de cien días, la ola de indignación cruzó el océano y sacudió varias ciudades europeas, figuras de supuestos próceres ­nacionales fueron cuestionadas por sus vinculaciones al racismo, ha habido saqueos y protestas reprimidas.

Para colmo, a un crimen escalofriante (el asesinato de George Floyd), se sumó un afroamericano baleado delante de sus tres hijas de nuevo por un policía blanco (el caso de Jacob Blake). Si esto fuera poco, un joven dispara contra manifestantes y mata a dos personas; los abogados de otro afroamericano muerto (Daniel Prude) a manos de la policía, sacan a la luz un video, grabado en abril, donde también se ven los elementos de un caso más de abuso policial.

Si lo comentado es espantoso, el hecho de que estamos a solo ocho semanas de las elecciones que enfrentan al presidente Trump y a su rival Joe Biden, multiplica cualquier efecto de lo dicho que podamos concebir. Y, para que las variables queden aún más cerradas sobre sí mismas, desde inicios de año se viene desarrollando la epidemia de COVID-19. Esta, si bien ha servido para hacer evidentes debilidades de Trump como organizador nacional en una situación de crisis, también ha sido integrada por él a la retórica antichina y neosupremacista que caracteriza sus proyecciones.

A solo ocho semanas de las elecciones, la acumulación de información sobre pandemia e ira entre afroamericanos es tanta, que se extrañan otros elementos, actores y fuerzas que habrán de estimular a los votantes a la hora de decidir por uno u otro candidato. Digo esto recordando campañas (las de Hillary Clinton, Bernie Sanders o Al Gore) o votaciones anteriores (las que llevaron a la presidencia a Barack Obama, por ejemplo), en las que escuchábamos hablar de la importancia del voto joven (en especial en los predios universitarios), el voto femenino, la necesidad de movilizar el voto latino, la alianza entre voto latino y voto afroamericano, el voto de la clase trabajadora, etc.

Mostrar la complejidad de este escenario es atravesar las cortinas mediáticas de nuestro presente y enfrentar en su raíz las diversas desigualdades estructurales que atraviesan ese megacapitalismo del cual es modelo la sociedad estadounidense. Por este camino, enseñando las lógicas de funcionamiento dentro del modelo, ilustramos también las lógicas de resistencia, alianzas y asociación antisistema.

Tomado de Granma

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