Guantánamo.- En el archipiélago cubano, por lo general, existe cierta tergiversación acerca de lo que es público y lo privado. Sabemos que lo público nos pertenece pero, ¿Tenemos responsabilidad sobre esos bienes?
Es un tema recurrente, al cual habrá que atar los cabos sueltos en materia de legislación para hacer cumplir con Ley lo que muchas personas no acatan, porque la verdad es que nadie tiene derecho a causar daño a la propiedad pública.
Ejemplos, lastimosamente, sobran. En las calles, parques, depósitos de basura, transporte urbano e interprovincial, teléfonos públicos, etc., están las marcas de la indolencia y la falta de cultura general.
Lo cierto es que actualmente en nuestro país no se considera con el mismo rasero lo privado y lo público, y esto último se encara como algo con lo cual se puede hacer y deshacer a nuestro antojo. Craso error que hay que atajar de una vez y por todas.
Todo pasa por un proceso cultural, en el que la participación real de las personas en la toma de decisiones, ya sea donde labora o habita, es determinante para que luego tengan sentido de pertenencia.
En esta “cruzada” no solo los ciudadanos atentan contra el patrimonio público; también están las instituciones estatales que en ocasiones no son conscientes de la importancia del patrimonio, de cuyo cuidado somos responsables cada uno de los ciudadanos.
La sociedad hay que verla en su conjunto; la clave está en definir hasta dónde lo público y lo privado, pero de forma coherente para que cada quien asuma responsabilidad y por ende ganemos en cultura y bienestar social.
En la actualización del modelo económico cubano están centradas las miradas nacionales y extranjeras, por el impacto que tiene sobre toda la sociedad las nuevas y determinantes legislaciones para enrumbar al país por la senda de la eficiencia y la prosperidad.
Sin embargo, más allá de las leyes económicas que buscan desatar las fuerzas productivas y motivar el incremento de las producciones en todos los sectores, no pueden perderse de vista otros aspectos esenciales. Uno de ellos, sin dudas es, el comportamiento en sociedad.
En tal sentido en oportuno abundar en dos términos que tienden a confundir pero, constituyen dimensiones de un mismo fenómeno: la propiedad pública y la privada. De ahí el reto en lograr que las personas sientan propios los bienes comunes.
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