Guantánamo. Por los cañaverales del oriente, de Cuba toda andas, General de ébano, muerto por la espalda, pero vivo, de frente a tu tropa de azucareros, llamándolos al combate de hoy…
Pocos hechos se recuerdan como aquel 22 de enero de 1948, noche fría, en Manzanillo, cuando sicarios del cruel gobierno proimperial te disparaban por la espalda, pues temían mirarte a los ojos… Apenas contabas con 36 años.
Desde allí se levantaron los cubanos todos, no solo los del sitio, para enviarte a la posteridad.
El 14 de diciembre de 1911 fue tu nacimiento, en época plagada de servilismo déspota de algunos que veían sucumbir a la patria, víctima de traidores anexionistas, irrespetuosos de la sangre derramada por hijos ilustres caídos en la contienda por la libertad.
En medio de batallas discriminatorias de ricos, racistas, imperialistas corruptos, te alzaste, junto a los desposeídos, para darles la dignidad que merecían. En Cuba solo el sudor y la sangre vertida en los combates superan los pasajes más épicos que son los campos de caña y los centrales azucareros, donde tu voz y acción aún retumban.
Menéndez, titánico, enfrentado a la oligarquía criolla a los intereses imperiales de siempre… Jesús, el ídolo negro de las masas, General de las cañas, vestido de ébano.
Aún andas entre ellas sonriente en tu estatura primordial y ardes…
Bien resumió el poeta tu legado:
-“Jesús nació en el centro de la isla y allí, se le descubre desde el mar en los días claros, cubierto de nubes fijas;
¡subid, subidlo y contemplareis desde su frente con que fragor hierve a sus pies y se renueva en hondas interminables de la vida!”-
Mientras, zumban las mochas en los campos, suena el silbato del ingenio Argeo Martínez que muele ahora a todo tren y pide caña, y los azucareros del Alto Oriente cubano te elevan en la más fina honra que mereces. Permanece regio tu ejemplo: General de ébano.
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