Reciente libro sobre la Cruzada Teatral se presentó en cuna de ese trascendental suceso cubano

Por: Yaimara Villaverde Marce

Guantánamo, .- Tras su reciente presentación oficial en Casa de Las Américas, en la capital cubana, llegó a la provincia de Guantánamo, tierra que lo inspiró, la promoción del libro “A Baracoa me voy…Una cruzada teatral”, joyita editorial dedicada al mayor suceso teatral de acción comunitaria en Cuba, también uno de los más trascendentes de América Latina.

 En la Villa del Guaso, desde donde hace 30 años parte hacia las lomas el icónico periplo conocido como Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa, tuvo significación especial la promoción del volumen, en presencia de varios de los juglares locales protagonistas de la travesía y de las historias plasmadas en las páginas del texto, de hermosa narrativa y visualidad a todo color. 

Por veteranos de la gira como la fundadora Gertrudis Campos, la actriz Maribel López por muchos años su directora general, o el titiritero Emilio Vizcaíno, ahora al frente de la troupe, volvió a ser celebrado este jueves el valor y la calidad documental del producto escrito a dos manos por la teatróloga y crítica capitalina Isabel Cristina López Hamze, y el fotógrafo y documentalista Jorge Ricardo Ramírez. 

El libro publicado bajo el sello de la Fundación alemana Rosa Luxemburgo fue calificado en Guantánamo de maravilloso, poético, capaz de transmitir en palabras e imágenes ese trueque de amor que es la Cruzada por las montañas del Este de Cuba, los rigores y belleza de la ruta, la entrega de sus actores y el encandilamiento del público de las cerca de 200 comunidades a las que llegan. 

Con respecto al objeto que analiza, el texto puede ubicarse dentro del área de estudios culturales -dijeron teóricos presentes-, y nos devuelve esa otra mirada del suceso que trasciende a sus públicos: el testimonio de la gente que ha interactuado durante estas tres décadas con el proyecto, lo que ha significado para ellos y sido también objeto de transformación de las serranías. 

Así lo describió la Doctora en Ciencia Migdalia Tamayo, a cargo de la presentación que para añadir emociones tuvo lugar en la sede de uno de los principales promotores de la ruta, el Teatro Guiñol Guantánamo, y contó entre los participantes a Ury Rodríguez, el “cruzado” con más ediciones vividas, y también representantes de las más nuevas hornadas de continuadores.

 Hablar de la Cruzada es hablar de Guantánamo y de una acción cultural que se ha catalogado como revolucionaria en su propia esencia, dentro de un contexto también revolucionario, subrayó Tamayo quien además elogio el hermoso formato en pasta dura del libro, sus atractivas crónicas con influjos literarios martianos, y el trabajo fotográfico en sus páginas. 

Más allá de ser complemento de lo escrito –dijo- estas imágenes son documentos de la historia más reciente del itinerario, y nos hacen descubrir o volver a sus escenarios en el entorno campestres, a sus rostros enamorados del teatro gracias a este proyecto, y a historias que inspiran a seguir trabajando y soñando lo que la cultura puede hacer en esos lugares y estos tiempos. 

A Baracoa me voy… es una suerte de continuidad del documental El lenguaje de la montaña, creado en 2019 por el mismo binomio autoral e inspirado igual en el icónico periplo que parte cada 28 de enero, descrito por la narradora Isabel Cristina como “una obra de fe, otra apuesta por un mundo mejor, homenaje a Martí y a su fórmula del amor triunfante Con todos y para el bien de todos”.

 Nos revela esta autora capitalina sobre la Cruzada que nunca vio en la ciudad ni en un festival a tanta gente vibrando con una obra de teatro: “eso sólo lo he visto allá -apunta- (…) y a actrices con el nervio de los grandes escenarios antes de entrar a una aulita humilde de dos pupitres, y las lomas y el cielo más cerca (…) justo en el punto donde se encuentran el teatro y la gente de la montaña”. 

Como Isabel y Jorge Ricardo, motivados por la filantrópica experiencia de los “cruzados” se han sumado a su elenco, a lo largo de 31 ediciones, artistas de diversas partes de Cuba y de 16 países de Latinoamérica y Europa, para acompañar a los juglares guantanameros que en 34 días satisfacen anualmente a más de 60 mil espectadores, con unas 200 funciones gratuitas.

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