Que nunca se nos apague la humanidad

Guantánamo.- Tras el paso del Huracán Ian por la región oriental de Cuba y la devastación dejada a su paso, sobre todo en Pinar del Río,el Sistema Electroenérgetico Nacional (SEN) sufrió una avería grave que dejó en 0 generación y 0 servicio a los clientes del fluido en el país.


Mientras las redes sociales eran espacio para especulaciones, reclamos, improperios – dignos del “solar” en el que se convierten a veces las mismas, sobre todo Facebook- también fueron escenario de actos de solidaridad que me recuerdan lo mejor del alma del cubano.

Tras el restablecimiento del servicio eléctrico en circuitos aislados de la ciudad, algunos de los que contaban con ese privilegio, a partir del funcionamiento de grupos electrógenos y otras fuentes de generación, vieron una posibilidad de ganar dinero con la necesidad de otros.


Horrorizada presencié como en una ponchera el precio del ppnche a un motor rondaba los 500 pesos, lo que asistía al motorista a subir su servicio, como “lógicamente corresponde”. También como usuarios publicaban una propuesta comercial poco común:

Actos solidarios y desinteresados como estos se han hecho presente en todas las provincias cubanas y son dignos de toda nuestra admiración.


Mientras pensaba en como las tragedias o las crisis pueden sacar lo peor y lo mejor de cada quien, según corresponda, el scroll en un grupo de compra y venta de la provincia me llevó a otra publicación que me devolvió la esperanza.

Vivimos tiempos en extremo complejos en nuestros país. La crisis económica del país exacerba la energética y también la existencial, esa que colectivamente vivimos los cubanos, apostando cada día algunos a la resiliencia, otros a la resignación o a la esperanza según corresponda el carácter individual.
Pero bien reza un refrán que “No hay mal que diré 100 años ni cuerpo que lo resista…”.

Actuemos hoy de tal forma que cuando todo esto sea una anécdota más para contar p recordar, como hoy hacemos con los años ’90 o incluso los 2000, podremos decir que se nos apagó todo menos el sentido común, la solidaridad y la esperanza

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