Oda

Oda a los papás en el Día de los PadresGuantánamo.- Sonora Smart Dodd quiso perpetuar el reconocimiento a su papá quien, luego de enviudar tempranamente, se ocupó de la crianza y educación de sus seis hijos. Corría el 1909, la idea fue prendiendo en los años siguientes hasta que se hizo oficial; hoy en casi todos los países del mundo se dedica un día para homenajear a todos esos padres que más allá de procrear, son parte imprescindibles a lo largo de la vida de sus descendientes.

Vale. Ejemplos como este no son absolutos y estoy segura que podemos encontrar muchos más en disímiles puntos de la geografía del planeta, en mi vecindario tengo más de uno. Por eso también se impone un oda para todos esos hombres que han asumido, y asumen, el difícil rol de criar a sus  retoños sin la ayuda de la madre.

Pero a pesar de que el homenaje fluctúa en dependencia de la región y tampoco es cosa de un solo día, hoy quiero dedicar un tiempo a ellos, imprescindibles también y muy por encima del erróneo calificativo de  “accesorio”, como también superan el estigma de que cualquiera puede ser padre. Miles son los ejemplos de quienes llenan con creces el vacío dejado por otros que o bien no lo  asumen o lo pierden a lo largo del camino;  llámense padrastros, tíos, abuelos…

Y es que más allá del engendramiento per se, la paternidad es un acto sublime de responsabilidad suprema y gozo infinito, de los pocos que perduran en nuestro tiempo de existencia en la tierra. Padre es una palabra corta que encierra una increíble gama de significados.

Ser papá es un trabajo del que jamás te puedes retirar, es una tarea intensa, incesante en cultivar la semilla cuyo fruto propicia la satisfacción más increíble y reconfortante.

En Cuba celebramos el Día de los Padres los terceros domingos de junio, y pesar de que en Guantánamo no hubo feria agropecuaria, como en la jornada previa al Día de las Madres (segundo domingo de mayo), nos las ingeniamos para que esta jornada sea especial para ellos.

En mi casa, donde estas fechas se celebran con puntualidad religiosa, hoy no es igual y no puedo evitar un leve rasgo de melancolía: los años le están pasando la cuenta a mi viejo, ni mi abuelito ni mi tío René están ya entre nosotros, mi hermano tan lejos cumpliendo con otro deber sagrado: contribuyendo con la salud de los necesitados en otras tierras, pero me seco las lágrimas, me compongo y hago un brindis por todos los que, genéticamente o no, se han ganado por derecho propio el que hoy le digamos: ¡Felicidades papá!

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