Guantánamo.- Hoy es el día de los padres. Es una jornada de llamadas, mensajes, lágrimas, nostalgias, de alegría mezclada con tristeza, de flores, de amor y se festeja de diferentes maneras. Algunos hacen una comida especial en la casa para la que se reúnen todos los miembros de la familia, otros salen a comer en un restaurante, visitan a unos amigos…
Quienes estamos lejos del hombre que nos dio la vida, desde muy tempranito queremos escribir un correo, llamar por IMO utilizando las nuevas tecnologías, o sencillamente, estamos teléfono en mano para llamarlo y decirle cuánto lo queremos, cuánta falta nos hacen sus consejos, su risa, los regaños, su mirada paterna. Otros, con flores y el corazón hecho añicos van hasta el camposanto para recordar a los que ya no están físicamente entre nosotros y acompañarles un rato para que, ni siquiera allí, se sientan solos.
Los padres no por su naturaleza de hombres fuertes carecen de la posibilidad de sufrir. Ellos, al igual que las madres, sienten, padecen, sueñan, anhelan, fundan, crean, lloran por dentro, y hasta por complacientes, tratan de escribir los sucesos de la historia no contada, oculta en los espacios inimaginados.
Desde hace unos años la vida ha cambiado y con ella, la forma diferente de ser papá. Esto no significa que los padres de hace más de veinte años no fueran buenos, mi padre era un ser maravilloso, especial, era mi héroe, mi íntegro caballero dotado de una sensible armadura y dueño de un corazón tan, pero tan grande que no le cabía en medio del pecho. Era todo amor.
Por eso, no comparto la discriminatoria idea de que madre es una sola y padre, cualquiera. Por que el ser papá, tiene tanta responsabilidad como el ser madre. Sino… ¿Quién renunciaría a la felicidad de llevar a su bebé dormido hasta su camita, a recibir su tierna mirada, a oír sus primeras palabritas?… Estoy segura que nadie se arriesgaría a perder este momento tan sublime.
Hoy para suerte nuestra, los hijos cuentan con ambos padres para todo y, con diferentes peculiaridades, ayer, hoy y mañana, el padre ha sido, es y será un pilar en nuestra vida. Por tanto, agasajemos entonces al héroe de nuestros cuentos infantiles, a quien nos esperaba a la llegada de la escuela con un beso o un nuevo libro y digamos dondequiera que estén: ¡Felicidades, papá!…
Licenciada en Español – Literatura. Periodista. Profesora Asistente. Habilitada en guión y realización de programas de TV. Editora del sitio digital de la televisión de la provincia de Guantánamo. Bloguera y activista de las Redes Sociales