Niceto Perez García: “¡Mancebo y los guardias me han matado!”

Guantánamo.- “En La Plata, de la Sierra Maestra, donde estuvo la Comandancia del Ejército Rebelde”. Así respondió Fidel Castro, líder de la Revolución al ser interrogado sobre el sitio dónde sería la firma de la Ley de Reforma Agraria, hecho de enorme trascendencia política, económica y social ocurrido en las primeras horas del 17 de mayo de 1959 que, entre otras medidas, abolió el latifundio en Cuba.

Dos años después ese mismo día y como parte del proceso de transformación agraria, se funda la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños. Esta estructura representa los intereses económicos, políticos y sociales de más de 400 000 asociados y sus proyecciones,  están orientadas hacia el cumplimiento de la política agraria de la Revolución.

Con la firma de la Ley de Reforma Agraria, uno de los sucesos más importantes en Cuba, se ratificaba el camino para desterrar por siempre la ignominia, el hambre, las enfermedades, el analfabetismo y el desempleo. También se rendía tributo a la sangre derramada por Niceto Pérez García y otros campesinos que lucharon en defensa de su derecho a la tierra.

Niceto Pérez García

Aniceto Pérez García ( Niceto) nació el 27 de marzo de 1908, en Güira de Melena, La Habana. A los doce años, la precaria situación económica de sus padres, los obligó a trasladarse a Guantánamo, donde plantó su tienda de precarista en la finca “María Luisa” en Juan Jutía, zona ubicada en un extremo de El vínculo.

Los terrenos que rodeaban dicho realengo pertenecían a poderosos latifundios: la compañía Ermita, SA, la Guantánamo Sugar Company, y el latifundio del terrateniente Lino Mancebo Rosell, conocido como el Tiburón, o el Virrey de La Maya.

Padre de cinco niños y miembro de la Asociación Campesina de El Vínculo, Niceto Pérez, poseía ocho caroes de tierra que solo producían para la subsistencia familiar y que defendió con enérgica resistencia junto a otros campesinos ante la actitud criminal de Lino Mancebo, administrador de la compañía.

Cada mañana, Niceto Pérez se levantaba temprano para atender los cultivos de maíz y plátanos que rodeaban su bohío. Mientras limpiaba de hierbas el platanal, junto a uno de sus menores hijos, escuchó una voz que enunciaba su nombre y al levantar la cabeza, recibió un balazo en el pecho.

Llegando a su bohío, cae muerto. El campesino corría loma abajo desde sus sembradíos de plátano, gritando: “¡Mancebo y los guardias me han matado!”. Era alrededor de las nueve y 30 de la mañana del día 17 de mayo de 1946 y Niceto caía asesinado por orden del terrateniente de la zona, Lino Mancebo Rosell, debido a disputas territoriales. 

El ejemplo…

El crimen encendió la ira del campesinado. La ciudad de Guantánamo acogió a todos los trabajadores que se unieron en manifestación de duelo y protesta por el asesinato de Niceto, desde ese momento y para siempre convertido en símbolo del sector agrícola cubano.

La muerte del líder constituyó un símbolo de las luchas por los derechos de los campesinos, quienes mantienen  por siempre el legado de quienes entregaron a la Revolución hasta su propia vida, sin esperar nada a cambio. Y esta es la razón por la cual entre los campesinos cubanos, Niceto Pérez garcía,  constituye un ejemplo a seguir en cuanto a la producción de alimentos y la defensa de la tierra que los sustenta.

Trece años después del asesinato de Niceto Pérez García,  el 17 de mayo de 1959, se firma la Ley Reforma Agraria, entonces se enterraba por siempre el latifundio, el desalojo y la injusticia en los campos de Cuba.  Con esta Ordenanza, más de cien mil familias recibieron la tierra que trabajaban y la Patria recobraba la tranquilidad para sus hijos, al precio de la sangre derramada por generaciones de cubanos dignos.

 

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