Por: Viviana González Balbén
Guantánamo.- Inspira observar a Miroslava Cumbá Robert detrás del home plate o en otra de las bases en el estadio Nguyen Van Troi, de la ciudad de Guantánamo. Es ejemplo de cuánto puede conseguir una mujer, y expresión del respaldo de la Revolución, con su consecuente política a favor de los derechos de las féminas.
El béisbol no es un deporte para niñas…, decían, pero ella no escuchó, y relata: “Desde pequeña siempre me gustó la pelota, así que jugaba bastante en el barrio. Cuando estaba en noveno grado comencé a investigar si las jóvenes podían practicar, y en esa búsqueda vine a la Ciudad Deportiva.
“Una tarde, en el segundo terreno vi un grupo de niñas divirtiéndose con algo que yo creía era pelota. Fue tanta mi curiosidad, que le pregunté a un entrenador llamado Octavio Cajigal Mustelier qué debía hacer para incursionar en esa disciplina. Me contestó que era softbol juvenil y que, si estaba interesada, me captaba. Al otro día Cajigal fue a la secundaria básica Sergio Eloy Correa, donde yo estudiaba en ese entonces, y me anotó.
“El curso siguiente entré a la antigua Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (ESPA). Tres meses después, tras ganarme el puesto en el equipo, participé en el Campeonato Nacional de la especialidad que se desarrolló en Granma, en 1998. En ese certamen, ocupamos el tercer lugar. Destaqué y me convertí en torpedera regular, a pesar de que había muchachas de mayor experiencia”, cuenta.
Impartir justicia ¿azar o vocación?
Miroslava cuenta que José Ángel Turro Iglesias, destacado árbitro instructor ya desaparecido físicamente, tuvo mucho que ver en su actual rol en el terreno.
“Al terminar mis años de jugadora de softbol en el Cuba, de regreso a Guantánamo siempre pasaba por la casa de Turro. Me llamaba la atención que diariamente había cuatro hombres sentados a su alrededor escuchándole. Una tarde me acerco para preguntarle y me invitó a que me uniera. Me llevé gran sorpresa cuando me reveló que estaba preparando a esos muchachos para asistir a un curso en la Escuela Nacional de Arbitraje. Turro me propuso que fuera también y pensé que sería una buena oportunidad.
“Paso a paso me fui preparando. Primero recibí el curso de arbitraje de softbol, el último año fui el tercer expediente. Luego pasé el curso nacional de béisbol, y desde entonces he participado en varios eventos, algunos internacionales, con sede en Cuba.
“Para entrenarme me fui insertando en los encuentros de base y en las provinciales hasta trabajar en los Juegos Nacionales Escolares y en lides de béisbol femenino. Ahora soy suplente oficial de la Serie Nacional, con posibilidades de quedarme de manera permanente”.
Tortuoso camino
“Conquistar un espacio en un mundo dominado, en su mayoría, por hombres es realmente difícil, pero no imposible. El fin es hacer nuestro trabajo, y siempre que una se esfuerce y haga bien lo que le toca, se puede conquistar el respeto de los demás”.
Esta guantanamera se impone con el trabajo oportuno y bien ejecutado. “Cuando tienes cerca personas con un nivel superior al tuyo tienes que crecerte y estar pareja con ellos, sin competencias, pero con esfuerzo, eso me hizo mejor ser humano”.
Según su consideración, lo primero que se necesita para desarrollar el arbitraje femenino de béisbol en Cuba es crear una escuela de base, porque el hecho de que se estudie esa especialidad junto con hombres limita la capacidad de las mujeres de acceder a ella. Se requiere de disposición y trabajo y, en ese sentido, se está avanzando, aunque lentamente, subraya.
La Cumbá, como muchos la conocen, se apoya en sus manos para expresar emociones. Son gestos heredados del oficio al que se ha dedicado por completo. Su lenguaje corporal complementa un carácter formal unas veces, afable otras. Todo depende del contexto.
“Tengo bastantes amistades, y como muchas personas me conocen del deporte. Me he ganado la admiración del público por la calidad, por el espectáculo que les brindaba en mi época de jugadora. Eso me ayudó a que hoy sea aceptada, lo que me alegra mucho, porque ese cariño me lo demuestran en la calle.
“Después de trabajar en los eventos de base, con las situaciones que se pueden presentar con el público o con los atletas, me siento más preparada para asumir una Serie Nacional, a pesar de todo lo que implica cuando te enfrentas a una decisión polémica. Yo ‘me meto en el papel’ y cuando estoy dentro del terreno lo primero es impartir justicia.
“Cuando los atletas, entrenadores y el público lo notan, pasan la página, por eso se me ha hecho más fácil. Cuando te riges por las reglas del béisbol, eres confiable en el terreno».
¿Alguna experiencia particular?
Trabajar el Juego internacional Cuba-Canadá en el Estadio Latinoamericano me marcó profundamente. Ese día tenía los nervios de punta, pero con confianza lo superé y hoy es uno de mis más gratos recuerdos.