Mi barrio ya se está poniendo bello ¿y el tuyo? (+ Fotos)

Guantánamo.- Se acerca el 28 de septiembre y ya se respiran los aires de celebración en mi cuadra. Ancianos, adultos, jóvenes y hasta los niños ponen su granito de arena para que esté engalanado el CDR en su cumpleaños 58.

Escoba, azadón y rastrillo fueron los protagonistas de la tarde; la música, el café, la conversación y hacer el bien común, los estimulantes que contribuyeron a crear un ambiente de unidad inspirador, en el que ya se planea cómo será la actividad de los cederistas este año.

“Yo pongo la vianda”- dice la más adulta del barrio y le cuenta a los más jóvenes como recuerda cada 28 de septiembre, el entusiasmo y la competitividad que se vivía hace unos años atrás. Y continúa diciendo:

“Antes para esta fecha ya estaban hechas las cadenetas, pintadas las aceras, recortados los árboles, las banderas hondeando, pero ahora…se ha perdido un poco la tradición”

Y de ahí surgió un debate muy interesante del cual les resumo mis consideraciones, es preciso inyectarle a la juventud la fuerza, el ímpetu y el amor por una organización que no por gusto creó nuestro Comandante en Jefe, hace 58 años, inicialmente, para combatir la contrarrevolución, pero que en la actualidad cumple tareas muy variadas, entre ellas la vigilancia, el enfrentamiento a las indisciplinas sociales y el acompañamiento a la campaña antivectorial.

Dependiendo de lo que se presente, ahí está el CDR, lo mismo para informar, debatir o disfrutar de una actividad cultural. Un ejemplo actual es cuanto sucede con la consulta popular del proyecto de reforma constitucional, pues me consta que en los barrios guantanameros el debate es intenso, constructivo y respetuoso.

Retomar las guardias cederistas, las limpiezas periódicas, hoy que tanto nos ataca el mosquito Aedes aegypti, fortalecer, preparar y estimular a quienes dirigen esas estructuras comunitarias y hacer de la mayor organización del país una fiesta y no solo la obligación de la contribución anual, son palabras de orden para no perder nuestro legado, la unidad y la alegría que garantiza la continuidad de la familia cederista.

 

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