«La cognición (la capacidad de aprender, resolver problemas, recordar y utilizar apropiadamente la información almacenada) es fundamental para una buena salud y envejecimiento.
Diversas condiciones, muchas de ellas asociadas a la edad, afectan adversamente a la cognición», explicó el doctor Juan de Jesús Llibre Rodríguez, presidente de la sección cubana de Alzheimer, con quien Granma conversó sobre las ventajas de la educación para incrementar las reservas cognitivas y disminuir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer.
De acuerdo con el experto, dicha premisa quedó demostrada en el proyecto Envejecimiento y Alzheimer, un estudio de seguimiento de 3 000 personas de 65 años y más en la población cubana, iniciado en el año 2003, con evaluaciones que se realizan cada cuatro años. «El propósito de la investigación es brindar información acerca de las enfermedades crónicas no transmisibles y los factores de riesgo que afectan la salud física y mental de las personas mayores, con especial énfasis en las funciones cognitivas, así como los factores que se asocian a un envejecimiento cerebral saludable», dijo.
«En el estudio se confirmó que el riesgo de enfermedad de Alzheimer disminuyó en un 30 % en las personas mayores con nivel preuniversitario, y en un 40 % en los universitarios en relación con las personas con nivel de educación primario o inferior, controlando el efecto de otros factores como la edad, el sexo y las enfermedades cardiovasculares. Las pruebas utilizadas tuvieron en cuenta la influencia del nivel educacional», señaló el entrevistado.
Según el doctor Llibre Rodríguez, estos resultados confirman evidencias de estudios epidemiológicos realizados en diversas latitudes. «Una revisión sistemática y metaanálisis de 133 estudios con más de 437 477 participantes mostró que la baja educación incrementa el riesgo de demencia y enfermedad de Alzheimer».
«La educación y la estimulación cognitiva durante toda la vida disminuyen el riesgo de enfermedad de Alzheimer ayudando a desarrollar una reserva cognitiva que permite a las personas continuar funcionando a un nivel normal, a pesar de estar experimentando los cambios degenerativos en sus cerebros» subrayó el especialista.
Asimismo, si bien se reconoce el efecto de la educación y la estimulación cognitiva durante toda la vida en la neuroprotección, se plantea que las personas con mayor educación por lo general alcanzan mejores condiciones socioeconómicas, se preocupan más por cuidar su salud, adoptan estilos de vida más saludables desde la infancia, y durante toda la vida.
«Envejecer bien depende de los genes, el ambiente y el estilo de vida. Es posible que con el incremento en la edad la persona mayor note un aumento de la dificultad para encontrar palabras, dificultad para realizar múltiples tareas a la vez y una disminución leve en poder poner atención, pero todavía será capaz de aprender cosas nuevas, crear nuevos recuerdos y mejorar su vocabulario y lenguaje», puntualizó el doctor Llibre Rodríguez.
«En Cuba, después de los 65 años, aproximadamente el 8 % de las personas mayores desarrolla deterioro cognitivo leve (personas en riesgo de desarrollar demencia) y un 10 % desarrollan demencia. Aproximadamente dos tercios de las personas con demencia identificados en los estudios de población sufren la enfermedad de Alzheimer, ya sea sola o combinada con otras enfermedades», dijo el especialista.
Como la edad es el factor de riesgo más reconocido para desarrollar demencia, el número de personas con esta condición se incrementará en Cuba en los próximos años con el acelerado proceso de envejecimiento de su población, de la cual más de un 19 % ya tiene o sobrepasa los 60 años.
«En Cuba, las investigaciones realizadas estiman en 160 000 las personas que viven con demencia. Asumiendo que no se alcance la cura de la enfermedad en los próximos años, el número de personas con demencia se incrementará a 300 000 personas para el año 2040, que representará el 2,7 % de la población cubana», alertó el entrevistado.
Los autores del estudio recomiendan diversas acciones que pueden ayudar a disminuir el riesgo de padecer esta enfermedad, entre las cuales mencionan cuidar su corazón (prevención y control de la diabetes, obesidad, hipertensión arterial y eliminar el tabaquismo), seguir una dieta saludable, mantenerse físicamente activo, retar a su cerebro aprendiendo cosas nuevas y disfrutar con la familia, amigos y su comunidad.
Pero sobre todo, «nunca es tarde para realizar actividades que estimulen la reserva cognitiva, como por ejemplo integrarse a la Universidad del Adulto Mayor, a los círculos y casas de abuelos, y participar en grupos y actividades sociales», concluyó.