“La Revolución no abandona a nadie a su suerte” (+ Fotos)

Guantánamo. – A más de una semana del paso de Mathew por el territorio guantanamero, aún queda mucho de qué hablar en esta región cubana. Está todo el cúmulo de información de las acciones que se realizan en pro de la recuperación, la relatoría de los daños dejados por tan potente evento meteorológico, pero también las historias de vida, de esos seres asombrosos, que luego como el fénix, se están levantando de las cenizas.

Numerosas son las anécdotas que asombran y conmueven. Hoy contamos la de Vivian Ortiz Matos, quien vive junto con su madre de 95 años en la comunidad de Boca de Jauco de Maisí. A nuestra llegada, nos saluda cordial y se empeña en brindarnos una taza de café caliente.

“Discúlpenme- nos dice- está un poco salobre a causa del agua.”

Así es la nobleza de los pobladores de estos lares, no tienen nada y lo brindan todo, con el corazón.

Vivian me cuenta que tuvieron tiempo para preparase y que gracias a las orientaciones de la Defensa Civil nadie murió. Boca de Jauco, como otros territorios del este guantanamero, son testigos materiales de la fuerza y la furia implacable de la naturaleza. Esa misma que en las primeras jornadas de octubre se ensañó contra el oriente cubano.

Esta señora, de 75 años relata que desde el lunes tres de octubre, subieron para unas cuevas, que se encuentran aproximadamente a unos dos kilómetros del poblado, en una montaña empinada. Se impone la pregunta ¿Cómo pudo la anciana matrona, de 95 años, subir hasta allá?

“Ella fue de las primeras en llegar, con la ayuda de todos, porque nadie nos dejó atrás. Estuvimos allí hasta el miércoles, sufrimos mucho miedo. Los niños, los ancianos, todos en general estuvimos a la espera de lo que pudiera suceder. Nunca habíamos vivido nada igual. Cuando regresamos al poblado, ya mi hogar no estaba en pie.”

Así relata con ojos llorosos, pero con la voz inquebrantable. Detiene la conversación para atender a los que trabajan en la reconstrucción de su casa. Brindarles agua, café y agradecerles la ayuda. Hasta su hogar llegaron, armados de martillos, serruchos y clavos, un grupo de jóvenes y cederistas guantanameros, que viajaron hasta esa geografía para colaborar con la recuperación.

“Esto es muy grande –nos dice refiriéndose a la ayuda que recibe – estábamos muy preocupados, nos preguntábamos como íbamos a reconstruir nuestra casa ¿Quién nos ayuda ahora? Pero la Revolución abandona a nadie a su suerte”.

En Boca de Jauco, los pobladores se empeñan en recuperar sus viviendas, solidarizarse con los que tienen menos y seguir con sus vidas. Vivian Ortiz Matos es una prueba de la entereza, la confianza y la fuerza que se moviliza en pos de la recuperación.

 

 

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