La misma Cuba que ofrece solidaria, acepta recibir agradecida

Si algo Cuba ha calibrado bien, a la medida de los principios que han movido por 60 años a su Revolución, es que todos sus actos sean coherentes con el sentido humano, espíritu de la nación.

Nada, sino la vocación de humanidad –que es la Patria verdadera entendida por Martí–, argumenta de la más sólida forma la solidaridad constante de esta Isla hacia el mundo, hoy con expresiones contundentes en la crisis de una pandemia, generadora de tales emergencias, que anulan por sí misma al contubernio pagado que procura de­sacreditarla, llamándola oportunista.

Cuba ofrece, compartiendo lo que tiene. Y ofrece más, por supuesto, de aquello que más dispone: conocimiento, profesionalidad, dominio técnico, toda esas inteligencias cultivadas que, en la combinación de los valores humanos de sus hijos, eleva la cooperación a la altura admirable de lo altruista y noble. Sin embargo, aquello que es material, eso que le resulta escaso, también puede compartirlo. ¿O acaso marchan los médicos al peligro de la vida propia, a combatir la covid, sin la carga acompañante de algunos insumos, medicamentos, de la logística básica para brindar, adonde vayan, una ayuda más completa?

Pero como entiende bien, porque lo practica, el concepto de lo humano, también acepta con naturalidad cuanto acto similar venga hacia ella, de ayuda, de asistencia, de beneficio colectivo o singular; porque la cooperación, si es franca y desprovista de pantallas manipuladoras y subversivas, propende a la hermandad entre los pueblos, que es, en fin, una aspiración per se del socialismo.

Así como Cuba ofrece, tan dispuesta, igual recibe y agradece los gestos solidarios más diversos que, en materia de recursos, llegan a ella desde distintas partes del mundo, y no pone reparos, sino que facilita la gestión para que los donativos encuentren vía expedita camino a sus destinos.

Tan alto se valora la cooperación internacional entre las bases de la política exterior cubana, que forma parte de la proyección del desarrollo económico del país, e independientemente de su alcance, se reconoce como una fuente de recursos y una oportunidad para obtener fondos externos que complementan los esfuerzos nacionales.

Datos ofrecidos por Magalys Estrada, directora general de Cooperación del Ministerio del Comercio Exterior y la Inversión Extrajera (Mincex), permiten precisar que desde 2012 a la fecha se ha ejecutado una cooperación equivalente a 1 362 millones de pesos en monedas libremente convertibles, y en los últimos cuatro almanaques mantiene un ritmo anual de 200 millones. 

«La ayuda al sector público y privado cubano, que ha empleado legalmente las formas que propicia el Mincex, se ha originado en los más variados entes foráneos: gobiernos, instituciones, organizaciones no gubernamentales, sectores sociales, organismos bilaterales, multilaterales, privados», explica.

«Además, a fin de propender a su mejor gestión en medio del azote de la covid-19, se aprobó un procedimiento específico que articula cuanto llegue por esta vía», apuntó.

En este contexto –agravado por las puertas que deliberadamente el Gobierno de Estados Unidos le cierra a Cuba, mediante un bloqueo económico, comercial y financiero real, con el cual solo pretende asfixiarla–, la Isla se suma al grupo de los agradecidos que, a la par que brinda, recibe con beneplácito los beneficios de una cooperación internacional que ya suma 274 ofrecimientos, por valor de 28 millones de pesos, detalló Magalys Estrada.

TRANSPARENTE Y FACILITADOR

La experiencia del archipiélago aporta sobrados ejemplos de la transparencia con que ha acompañado tradicionalmente estos procesos, sin distinciones que privilegien un envío respecto a otro, con apego a los montos o los beneficios que puedan significar.

Nacyra Gómez Cruz, líder ecuménica de la Iglesia Presbiteriana de Varadero, dio fe a Granma del funcionamiento expedito y limpio que interviene en el tránsito de las donaciones a sus destinos.

Con varios años en la coordinación del comité de distribución de donativos enviados por Pastores por la Paz, Gómez Cruz reafirmó las garantías y alta seguridad que han acompañado siempre a la gestión nacional de los recursos que arriban desde Estados Unidos, en total consonancia con los fines de asistencia y ayuda que significan: «y que se han podido repartir, sin ningún tipo de obstáculos, entre personas vulnerables como discapacitados, niños sin amparo familiar, con afecciones de cáncer, casas de abuelos, en fin, personas que cuentan con la conocida atención del Estado, pero que agradecen el trasfondo humano del beneficio logístico que resulta la ayuda material.

«Ninguna institución estatal ha mediado interesadamente en la distribución de tales recursos, ni nunca se cobró un solo centavo de impuestos o aranceles por tales arribos, como naturalmente pasa con el trasiego de mercancías comerciales.

«De hecho, los únicos intereses estatales que han participado de estos procesos son los que facilitan las gestiones de distribución, o nos responden cuando elaboramos las listas de solicitudes de necesidades, que pueden recibir luego una donación.

«Tampoco se irrespetó nunca el derecho a la elegibilidad que tiene el donante de decidir el destino de sus envíos, e incluso se facilitó siempre cualquier tipo de control comprobatorio sobre la ruta o la entrega final a los beneficiados.

«Tanto es así que, cuando informaron en Estados Unidos la imposición de una multa grande a los Pastores por la Paz, muchas cartas fueron enviadas, firmadas por los beneficiados, dando cuenta de la total transparencia, gratuidad, seguridad y garantías de que el envío llegara exactamente a las personas a que iban dirigidas, y no “a las arcas del régimen”, como siempre argumentan».

LA CARPA VOCINGLERA

Como el capítulo nuevo de una novela larga, en la que los guiones de una trama mala se reciclan constantemente, los mismos personajillos tarifados de la vocería mercenaria contra Cuba han trasladado su carpa de show mediático al ámbito de las donaciones, luego de fabricar, con jirones de «buena voluntad», un supuesto significativo cargamento, cuya pantalla les sirve para amplificar el achacoso parloteo que acusa al Gobierno nuestro de cuanto improperio selectivo les han dictado repetir.

La campañita, como siempre, arrastra a algunos ingenuos que, desbordados por el infame retintin, no advierten siquiera la trampa  que significan los «espontáneos gestos solidarios» de aquellos que se alinean en empujar, una tras otra, las medidas de asfixia contra la gente misma que simulan querer ayudar.

Sus empeños ilusorios nada tienen que ver con los envíos que legalmente se han tramitado y recibido desde el propio Estados Unidos, de múltiples entidades dirigidas a contrapartes cubanas; díganse iglesias de distintas denominaciones, organizaciones, centros culturales, de salud, deportivos, ambientalistas, hogares de ancianos…

En el marco de lo racional y lógico, estaría de más decir que Cuba no depende de lo que recibe por buena voluntad, pero afín a su altura ética, lo agradece y facilita, generando varios canales legales que permiten concretar cuanto gesto de ayuda internacional se promueva.

El propio 2020 ha sido elocuente, con envíos provenientes, fundamentalmente, de organismos del sistema de las Naciones Unidas, China, la Unión Europea, Vietnam, Francia, Japón y España; aunque desde inicios de año el Mincex contabiliza más de 400 ofrecimientos remitidos desde 27 países y ocho agencias de cooperación, además de las ayudas a personas individuales que se materializan tanto en productos como en dinero efectivo.

Que exista esa otra ralea que, en aras del show diversionista, ensaya ahora con el tema, no debe sorprendernos. «Quien en verdad ha querido enviar ayuda al pueblo de Cuba siempre ha podido hacerlo», subrayó Johana Tablada, subdirectora general de Estados Unidos de la Cancillería cubana; quien a la vez recuerda las fuerzas reales que alientan tales campañas burdas contra Cuba: «El Gobierno de Estados Unidos promueve la ayuda como instrumento de coerción, groseramente la utiliza con móviles muy distantes de los humanitarios y de las necesidades verdaderas de cada país».

Nada es nuevo. Su política siempre ha sido la de la conveniencia: financia, presta o vende, a golpe de condiciones políticas, al punto de absurdos detestables, como el de cambiar visas por ventiladores artificiales para coadyuvar el tratamiento a la covid, mientras mueren por miles, en su patio, los que no tienen nada que ofrecer.

¿Cómo creer entonces uno solo de los berrinches histriónicos de personajes conocidos, sin moral para cuestionar un gramo de las esencias humanas que sostienen a la Cuba que salva; a esa que entre la escasez del cerco y la crisis sanitaria, se reinventa a diario por el resguardo de la vida de los suyos, y de miles en el mundo que acudió a salvar?

Tomado de Granma

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