José Martí: una muerte entre las palmas y de cara al Sol (+ Post)

 

Guantanamo.- En días como hoy, la muerte debe pedir disculpas a la vida. Era el 19 de mayo de 1895, poco después del mediodía, y aunque José Martí presentía que iba hacia la muerte, se arrojó sobre ella con la osadía de quien va en busca de la estrella que ilumina y mata.

Gloriosa fue su primera y última cabalgadura, sin embargo, su inexperiencia no le permitió sentir  que iba hacia el fuego español. Estaba cerca de la infantería peninsular y fue abatido con disparos mortales en el pecho y la región del cuello y la mandíbula. El cuerpo del fundador del Partido Revolucionario Cubano estaba sin vida.
 
Se derrumbó en el campo de batalla como había pedido en sus Versos Sencillos, “de cara al sol “y entre las palmas de su Cuba querida. Se cumplían entonces las palabras del Maestro cuando dijo ante los tabaqueros de Tampa: “qué hermoso sería morir a caballo, peleando por la libertad de Cuba, junto a una palma”. Así mueren los grandes. 

Con la caída en combate de José Martí, Cuba perdía al más lúcido de los cubanos y una de las personalidades más destacadas del pensamiento progresista de América y del Mundo. Cuba perdía a quien partió muy pronto y aun, podría entregar más a la causa, a uno de esos hombres que, hasta después de muertos, son útiles…

Quienes le conocieron, admiraron al patriota, al poeta, al dueño de la capacidad patriótica de resistencia y el ejemplo de militancia política de los cubanos. Su firmeza revolucionaria, le vino de su propia raíz popular, de la fe en la victoria y del trabajo creador. ¿Su mérito más valioso?: Lograr la unidad de los cubanos.

La vida del héroe nacional José Martí, a 125 años de su caída en combate, se ha convertido en un magisterio vivo. Y su muerte, en una leyenda que voló para convertirse en la quimera de un caballo asustado y del cubano auténtico que en días de contienda como hoy, nos ilumina y nos llama a la mesura y la disciplina, porque el deber más sagrado del hombre es amar a la Patria…

 

 

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