Guantánamo.- Dos brutales incendios, uno de ellos a las puertas de Los Ángeles, han inaugurado en California una temporada de riesgo que nunca terminó de irse. En el norte, al menos nueve personas han muerto en un incendio que ha destruido 36 mil hectáreas en dos días alrededor de la localidad de Paradise.
Desde finales de 2017, esa región estadounidense ha sido golpeada por una temporada de incendios que se ha vuelto constante durante todo el año. Los expertos lo atribuyen a una mayor sequedad y a la cantidad de combustible que hay en el monte después de un año inusualmente húmedo que siguió a cuatro años de sequía.
Las tristes y alarmantes noticias de esos acontecimientos están reflejadas en las principales cadenas informativas del planeta, y ello es un indicio más de los graves problemas que azotan al planeta y sobre los cuáles el hombre ha de actuar con perseverancia y razón.
Desde que se tienen conocimientos el cambio climático permite modificar las condiciones de la naturaleza sobre el planeta Tierra, pero el impacto de los eventos extremos en los últimos años, tienen en jaque a la comunidad científica dados las nefastas consecuencias que pueden derivarse de persistir o empeorar las condiciones actuales.
Según numerosos estudios científicos se ha determinado que el cambio climático va llegando a su límite, de ahí que se impone la meditación del ser humano para contribuir a minimizar las causas que provoca el accionar del hombre contra los ecosistemas naturales que nos rodean.
La realidad indica que los fenómenos meteorológicos extremos tienen una alta incidencia en la salud de los seres humanos, en todas las poblaciones de los cinco continentes.
Demostrado está que el calentamiento global, provocado por el efecto invernadero, es uno de las principales causas de las severas sequías en algunas regiones y de los poderosos huracanes que con frecuencia azotan a regiones completas como el Caribe insular.
De igual manera el calor excesivo provoca la fusión de los glaciares y el hielo marino, lo cual aumenta el nivel del mar, de continuar esa tendencia varias islas e islotes podrían desaparecer al verse anegados por el agua marina.
Así las cosas, el hombre tiene ante sí la disyuntiva de prepararse y ocuparse por un asunto vital para la supervivencia, pues se necesitan acciones concretas y urgentes para salvar las condiciones de vida en nuestro planeta azul.
Si bien la posibilidad de una guerra nuclear es una gran amenaza para la vida en la Tierra, el cambio climático constituye otro enigma que tenemos que sortear y para ello los gobernantes de los países desarrollados, con Estados Unidos a la cabeza, tienen el peso decisivo.
Entre las muchas acciones que pueden realizarse hay una decisiva: plantar un árbol. Es sencillo y gratificante conocer que por cada 5 árboles que plantemos, estos llegan a absorber hasta 1 tonelada de dióxido de carbono en toda su vida.
El llamado del cuidado del medio ambiente jamás podrá relacionarse con una consigna. Más bien debe ser una bandera permanente del llamado a reducir a la mínima expresión la emisión de gases a la atmósfera, causantes del efecto invernadero.
La lógica indica que tanto una guerra nuclear como el cambio climático constituyen las dos principales preocupaciones del hombre en el siglo XXI, y en nuestras manos está solventarlas y sobreponernos a esa cruda realidad para vivir sonrientes, llenos de paz y naturaleza.
Si bien los incendios forestales que tantos daños causan a los ecosistemas, son provocados por negligencia del hombre y también por causas naturales, la realidad indica que hay que actuar de inmediato antes que las llamas nos devoren por completo.