Guantánamo.- Mediodía; me dispongo a pelar un plátano burro para hacerle unos tostones (patacones) a mi vieja y ¡zas!, la cortada en el pulgar izquierdo. Azúcar parda (consejo de antaño), una tira amarrada lo más fuerte posible para contener el sangramiento, tela de araña- me sugiere la vecina- pero nada…
Salgo para el policlínico Norte (Emilio Daudinot) donde mi amiga Rosy me esperaba ya. Solo un par de pacientes en el cuerpo de guardia- ¡qué bueno!- (pensé). En la consulta, todos jóvenes y no pude evitar fruncir el seño y decir para mis adentros: “hummm, estudiantes, residentes…”
Entonces una bella muchacha detrás del buró me dice: “entre, entre, ¿qué le pasa?”
Le explico, me quita el vendaje casero y de nuevo la sangre me corre a lo largo del brazo. Me lleva al salón de enfermería, lava la herida, sigue el problema… Aprieta con una torunda, continúa el flujo, repite, sigue la cosa… Llega otro médico del equipo, más una enfermera, a las claras más experimentada. Intercambian preguntas y respuestas que apenas logro escuchar y casi al unísono el diagnóstico que sí percibí claro: “necesita sutura…”
¡Casi lloro!, sí, porque le tengo pánico a esos procedimientos. Jaranean y no me queda de otra que relajarme, al menos en apariencia. Le pido a mi amiga que haga fotos del proceso, pero la doctora se pone nerviosa: “Ay no por favor, fotos no…”
Desisto, para no interferir en los pinchazos de la anestesia local y los puntos por coger, la dejo hacer y miro con toda atención (¡cómo si supiera!), y ella prosigue con destreza mientras surgen comentarios espontáneos sobre la reciente desición de Cuba de retirarse del Programa Más Médicos para Brasil. Y entonces ella dijo:
“Soy interna del Servicio de Urgencia Médica, casi acabada de salir del cascarón…pero apoyo totalmente la declaración de nuestro Ministerio (de Salud Pública) de finalizar la colaboración en Brasil, todo mi reconocimiento para los “profes” y colegas que tanto ayudaron en estos cinco años a la gente necesitada de allí, esos que jamás recibieron, ni recibirán la atención de sus propios médicos… lo que si no podemos permitir es que cuestionen la profesionalidad y la entrega de los cubanos, nuestra formación es excelente y eso es innegable…”
Pasamos a la consulta para que me diera las indicaciones del cuidado de los tres punticos, allí sus colegas bromean preguntándome si me dolió mucho… Y reí con ellos. Cuando supieron de mi profesión, accedieron a que Rosy les hiciera una foto y casi a coro, esas frases devenidas en hashtag que por estos días se multiplica en las redes sociales: “¡#CubaEsSalud y siempre seremos #MásQueMédicos!”
Tal vez nunca volveré a verlos, aunque nunca se sabe… pero sí salí convencida de que esta nueva generación de médicos guantanameros, quienes por demás se enteraron que soy periodista cuando nos despedimos, y me brindaron el mejor de los tratos, son de los que seguirán poniendo en alto el nombre de Guantánamo y de Cuba en cualquier lugar del mundo donde les toque salvar vidas, amén de la atención a sus coterráneos.