Guantánamo.- Debía una visita a Santiago de Cuba y fui. Al mediodía de este domingo, un grupo de periodistas de Guantánamo, entrábamos al cementerio Santa Ifigenia. Lo primero que llamó nuestra atención fue la cantidad jóvenes, adultos y niños que llegaron de todos los rincones de Cuba a rendir tributo al Gigante, así como los extranjeros, que, a su paso por la Isla, no dejaron de visitar el sitio.
En el camposanto, están José Martí, el inolvidable Frank País, Mariana Grajales, los mártires del ataque al Cuartel Moncada, la clandestinidad y las luchas internacionalistas, a pocos pasos de las tumbas de Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria y allá, en el horizonte, las montañas de la Sierra Maestra custodian el espacio.
Es un lugar sagrado que estremece por su majestuosidad y va más allá de su belleza arquitectónica. Solo hay que entrar y caminar unos pasos para estar frente al mausoleo: una piedra pulida, de granito y que proviene del yacimiento de Las Guásimas, al este de Santiago de Cuba. Es igual a las que se están en los márgenes del Río Cauto, solo que esta tiene algo especial: en el medio, en una hendidura cuadrada, guarda la urna protegida por una placa donde está grabado un nombre: Fidel.
El lugar tiene otros detalles donde no faltan como las palmas, símbolo de cubanía y rebeldía. A la derecha de la inmensa roca, en una pared de hormigón y esculpido en letras doradas, se lee el concepto de Revolución expresado por nuestro Fidel Castro y que los cubanos llevamos consigo como expresión de la voluntad de dar continuidad a sus ideas y a nuestro socialismo.
El momento es único, de esos que oprimen el pecho y te sacan las lágrimas, pero que engrandecen. Frente a la piedra, el silencio, los recuerdos y la foto, esa foto que todos queremos tener para guardarla por siempre. Hay solemnidad, compromiso, respeto, hay un indescriptible silencio que encierra tantas palabras y solo es roto por el aviso del cambio de guardia de los jóvenes del pelotón de ceremonia.
El Gigante está en Santa Ifigenia y con él, millones de corazones cubanos que llevan consigo el compromiso de seguir adelante. Y como a otros muchos visitantes, no nos sorprende la ausencia de un majestuoso monumento a su memoria, sino el lujo de esa inmensa piedra pulida y en medio de ella, tu nombre, Fidel.
Licenciada en Español – Literatura. Periodista. Profesora Asistente. Habilitada en guión y realización de programas de TV. Editora del sitio digital de la televisión de la provincia de Guantánamo. Bloguera y activista de las Redes Sociales