¡Cuba es un país especial!

Una pequeña delegación puso bien en alto el nombre de Cuba durante la semana que concluye. Solo ocho jóvenes hicieron posible la conquista de 11 preseas en los XV Juegos Mundiales de Olimpiadas Especiales, celebrados en Abu Dhabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos.

No había grandes expectativas al respecto, el tema no era sólido en la agenda de aficionados y medios de comunicación, mas las medallas comenzaron a caer y con esas los titulares y aplausos.

Cuatro atletas, dos pesistas y un par de nadadores portaron la enseña patria en suelo saudí, en un concierto de siete mil competidores provenientes de 190 países.

A su manera, con sus códigos, dijeron al mundo que las personas con necesidades especiales tienen en este archipiélago no solo el derecho a la vida, sino también la posibilidad de cumplir sueños y desarrollar plenamente sus capacidades y habilidades, entre las cuales aparecen las físicas y deportivas.

El resultado se traduce entonces en algo más que marcas y trofeos. Nótese que la justa no elabora una tabla de posiciones por naciones, sino que otorga muchas medallas, tantas como requieran la virtud, el esfuerzo, el intento.

Se celebra, más que el triunfo atlético, ese canto necesario a la inclusión, al respeto, al mérito de no desfallecer, de no renunciar a la vida a causa de los vericuetos de la propia existencia.

Cuba, un país pequeño, pobre económicamente, bloqueado desde hace décadas por Estados Unidos, la potencia más grande del planeta, se ha dado el lujo de contar con Yaritza, Yoandy, Irina, Mandy, Roberto, Yulieser, Katiuska y Yurisnel. Se ha dado el lujo de enviarlos al otro lado del mundo para que brillaran con luz propia. ¡Cuánto orgullo!

Alguien dirá que intentamos politizar este asunto humano y deportivo. No es así, aunque la buena política consiste precisamente en garantizar a las personas toda la felicidad, igualdad y libertad posibles.

No hay pecado, por tanto, en afirmar que Cuba sigue siendo un país especial.

CUBANOS EN ABU DHABI