Por segundo día consecutivo la Cámara baja dio luz verde a la iniciativa que ya había avalado ayer, pero que debido a un error de procedimiento debieron someter a sufragio otra vez para cumplir con las llamadas reglas de Byrd.
Este miércoles la propuesta recibió 224 votos a favor y 201 en contra (la víspera el resultado fue 227-203), con todo el apoyo proveniente de los republicanos, y con la oposición de los demócratas y 12 miembros del partido rojo.
Antes, en la madrugada, el Senado también dio su aprobación a la medida 51 a 48, y dejó el camino listo para la que es considerada la primera gran victoria legislativa del presidente Donald Trump.
El mandatario hizo de la derogación de la ley sanitaria conocida como Obamacare su principal objetivo desde que llegó a la Casa Blanca el 20 de enero, pero tres intentos diferentes de revocar esa legislación resultaron infructuosos.
Tras esas derrotas, la Casa Blanca y los republicanos del Congreso se centraron un tema también complejo, pero que parecía con más posibilidades de éxito: una reforma fiscal con considerables reducciones de impuestos para individuos y compañías.
Como beneficio adicional para los intereses del jefe de la Casa Blanca, el Senado introdujo en su versión del plan tributario una disposición que elimina el llamado mandato individual, parte clave del funcionamiento del Obamacare, y ese apartado quedó comprendido en el proyecto final aprobado hoy.
Por eso, Trump parece ver el resultado como un éxito doble, pues según declaró en la mansión ejecutiva antes de la votación de esta tarde, el fin del mandato individual deroga esencialmente la ley sanitaria de la administración previa.
La reforma fiscal elimina dicha parte de la normativa de salud a partir de 2018, una medida que dejará a 13 millones de personas sin cobertura médica, según cálculos de la Oficina de Presupuesto del Congreso.
Además, el plan tributario establece disminuciones de impuestos en los siete tramos de tasas individuales -aunque estos beneficios son temporales- y reduce de forma permanente la tasa del impuesto corporativo del 35 por ciento actual a 21 por ciento.
Muchas empresas de transferencia también cuentan con una deducción del 20 por ciento, lo cual se convirtió en un tema controvertido en el debate después de que se agregara un apartado que probablemente beneficiará a las compañías de bienes raíces como la del presidente.
El aval del Congreso se dio a pesar de que la nueva ley parece provocar un rechazo mayoritario entre la población, pues un sondeo difundido esta semana por CNN arrojó que el 55 por ciento de los estadounidenses se oponen a la reforma.