Guantánamo.- Al entrar a la ciudad de Santiago de Cuba, Antonio Maceo recibe al visitante con una invitación a continuar la lucha por lo justo, por la historia y por los caídos en la búsqueda de la libertad. Un poco más allá una pancarta enuncia: Santiago, Rebelde ayer, hospitalaria hoy, Heroica siempre y con esas palabras se resume la historia de esta ciudad, cuna de las gestas independentistas de la isla de Cuba.
Casi al terminar la Avenida Central, continuación de la carretera principal del país, se encuentra una de las más insignes construcciones de esta ciudad. Con un estilo arquitectónico neocolonial, persiste esta estructura con más de un siglo de antigüedad: el otrora Cuartel Moncada.
La construcción misma se constituye en un mudo testigo de una de las más gloriosas páginas de las gestas independentistas cubanas, el asalto a la que fuera la segunda fortaleza militar de la tiranía batistiana en el año 1953.
Pero los testigos del Asalto al Cuartel Moncada, no son solamente los agujeros de las balas disparadas aquel 26 de julio de 1953, que aún se preservan en las paredes de esta construcción, tampoco las fotos, los uniformes de los soldados, ni las fotos, ni las armas utilizadas aquel histórico día.
Tampoco lo son, solamente las páginas de La Historia me Absolverá, alegato de autodefensa de Fidel Castro, que se convirtió en la más flagrante acusación a los gobiernos de turno, que con sus políticas de malversación y entreguismo que sumían al país en una miseria absoluta.
Existen otros testigos, otras consecuencias indirectas de esta gesta que se inició con el surgimiento de la nacionalidad cubana. Los miles de infantes que Ciudad Escolar 26 de Julio que han sido formados en las aulas de esta institución, las conquistas sociales que distinguen al sistema político que desde el 1 de enero de 1959 se lleva adelante en Cuba son testigos y a la vez consecuencias del acto heroico y rebelde de los 131 jóvenes que se lanzaron a las armas, como último recurso para conquistar la verdadera independencia de su país.
26-7, más que una ecuación numérica, es para los cubanos sinónimo de rebeldía, de patriotismo y entrega, de recordarnos a nosotros mismos que todo aquel que aporta con su trabajo y su desempeño a la construcción del socialismo y a la actualización de nuestro modelo social, es testigo e incluso, protagonista, de un Moncada que se reinventa en la cotidianidad de los cubanos.