Bates fríos en béisbol caliente

Yordanis SamónLos Leñadores de Las Tunas llegaron a la final de la 61 Serie del Caribe de Béisbol, mas no pudieron alcanzar la corona. Cayeron en un cerrado duelo con pizarra de 1-3 ante los Toros de Herrera, de Panamá.

¡Y hubo estrellas cubanas en Panamá!

La causa principal de la derrota estuvo, otra vez, en el pobre bateo que caracterizó al equipo durante toda la justa. Los partidos se ganan por carreras, de manera que esta “anemia” ofensiva no podía conducir a la victoria.

Lo dijo Pablo Civil después del juego final: con cinco imparables y un extrabase, conectado por un bateador emergente en el noveno capítulo, con dos outs, es díficil —para no decir imposible— hacer carreras.

Los bates estuvieron fríos en un béisbol muy caliente. Los cubanos promediaron para solo 203 en la etapa clasificatoria, y sumando la actuación de la final descendieron hasta 193. Alfredo Despaigne y Yordanis Samón fueron los únicos destacados en este renglón.

Las palmas para el toletero granmense, designado como mejor jardinero izquierdo del torneo y máximo remolcador del conjunto oriental, al traer cinco de las nueve carreras anotadas. Despaigne demostró ser el mejor bateador de la Isla.

Peloteros como Yosvani Alarcón, Yurisbel Gracial, Jorge Yhonson y Frederich Cepeda estuvieron por debajo de lo esperado. Civil  también hizo énfasis en la pobre disciplina en el home plate, y ese fue otro factor clave. Los jugadores no hicieron las acciones tácticas que necesitó el equipo en momentos determinados, cuando fabricar una o varias anotaciones era cuestión de vida o muerte.

El par de fracasos en la fase preliminar obedecieron a carreras que los rivales edificaron en base a la más pura estrategia. No es lógico que en un partido se toque la bola tres veces y no se remolque a ninguno de los hombres llevados a posición anotadora. Tampoco que con menos de dos outs en la pizarra falte, al menos, un fly a los jardines para empujar desde la antesala. Sucedió más de una vez en Panamá.

Si un renglón hay que ponderar en esta selección fue su cuerpo de lanzadores, pues trabajó para menos de una carrera limpia por juego (0,97) en la etapa clasificatoria, y solo permitió tres anotaciones en el partido final.

Lázaro Blanco fue elegido como mejor tirador derecho del torneo, con dos victorias y labor inmaculada en 12 entradas. El derecho de Yara se ratificó como el mejor diestro de Cuba en la actualidad, y el más destacado en series del Caribe, tras el retorno cubano en 2014.

Freddy Asiel Álvarez perdió dos encuentros, pero le faltó apoyo ofensivo. Solo soportó tres limpias en 12,2 ininngs de labor. Pesa, sin duda, esa suerte de maldición que merodea al hijo predilecto de Sierra Morena. Esa tradicional falta de bateo le impide ganar choques, a pesar de tener buenas aperturas.

Vladimir García, más allá de su mala presentación en el duelo decisivo ante Panamá, tuvo sólidas actuaciones como relevista. Raidel Martínez se ratificó como el gran cerrador, tomando en cuenta sus dos salvamentos.

Este ha sido el mejor torneo caribeño para los pítcheres de la Isla en los últimos años. Esa es una grata noticia rumbo a los Juegos Panamericanos de Lima 2019 y el Torneo Premier 12.

Positiva también fue la reacción, tras un par de descalabros seguidos, lo cual permitió ganar el partido clave y anclar en una final de ensueño para los organizadores. Discutir el título en Panamá califica como positivo, máxime luego de ganar el grupo más difícil frente a fuertes rivales como Cardenales de Lara y Charros de Jalisco.

Hubo hachazos y la leña prendió hasta el color plateado. Acaba una lid de brazos fuertes, bates fríos y un ambiente caliente. El béisbol caribeño, muy a pesar de lo sucedido con la sede en Venezuela, sale fortalecido y con retos notables para 2020. 

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