Y era de Bronce el Titán Antonio Maceo

Guantánamo.- “…La Patria llora la pérdida de uno de sus más esforzados defensores… el General Antonio! Así evocó el generalísimo Máximo Gómez Báez al conocer de la muerte del Lugarteniente General Antonio Maceo Grajales aquel 7 de diciembre de 1896, en San Pedro de Punta Brava.

Caía por la independencia de Cuba el Héroe de la Protesta de Baraguá, el guerrero de más de novecientas acciones combativas. Marchaba hacia la inmortalidad consciente de su más sagrado deber: “ la Patria ante todo”, escalaba por siempre hacia donde se marchan los héroes de la Patria.

Aquel fatídico 7 de diciembre de 1869, Maceo galopa hacia el lugar donde podía decidirse el encuentro entre las tropas cubanas y españolas, y dice a sus ayudantes: “Esto va bien”. Sin embargo, momentos  después fue alcanzado por una bala en el lado derecho de su mandíbula inferior que le causa la muerte. Su ayudante  Panchito Gómez Toro, hijo del Generalísimo Máximo Gómez, al saber lo sucedido, fue hacia el lugar a saber del hecho y allí, encontró la muerte entre  las balas enemigas.  

Al conocer sobre el suceso, Máximo Gómez, su jefe y amigo, escribe a María Cabrales, viuda de Maceo: “Con la desaparición de ese hombre extraordinario, pierde usted al dulce compañero de su vida, pierdo yo al más ilustre y el más bravo de mis amigos y pierde en fin, el Ejército Libertador, a la figura más excelsa de la Revolución. A esta pena se me une la pena cruelísima también de mi Pancho”.

Antonio Maceo, fue el cubano más conocido en América Latina en la segunda mitad del siglo XIX.  El primogénito de los Maceo Grajales, era buen jinete y diestro en la esgrima del machete de defensa personal; inteligente, disciplinado y atacador. Tenía tanta fuerza en la mente como en el brazo, como dijera nuestro José Martí.

Paradigma de la grandeza militar al servicio de una noble causa, Maceo se destacó por su disciplina y ese don de líder militar y político, que jamás utilizó para su beneficio personal, sino que lo pone al servicio de Cuba. Sobresalían de su personalidad, la elegancia y la elevada moral que le hacían ser un independentista pertinaz que incluye la abolición de la esclavitud como principio primero.

Poseedor de una pluma sagaz, fina cultura autodidacta y profundidad de pensamiento, de Antonio Maceo son estas frases que lo revelan y ordenan: “Cuando Cuba sea independiente, solicitaré del Gobierno que se constituya, permiso para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no me gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América”. “¿Para qué queremos la vida sin el honor de saber morir por la Patria?”…

Su carrera militar comenzó bajo el arrimo de sus ascendientes en el Ejercito Libertador de Cuba. Inicialmente,  fue soldado, pero no tardó en demostrar sus destrezas para el combate, además del coraje y la disciplina para trascender en las tropas mambisas. Como líder entre los hombres que dirigía, se  ganó el sobrenombre de “El Titán de Bronce”.

Para Antonio, ninguno de los objetivos por los cuales los independentistas estuvieron en la manigua se lograba a través del Pacto del Zanjón, considera el Titán que con ello,  no se contemplaba la abolición de la esclavitud y mucho menos la independencia de Cuba. Ese hecho, al decir del Apóstol de Cuba, es considerado “de lo más glorioso de nuestra historia”.

Son incontables las hazañas del valiente guerrero  en aras de su aspiración suprema: la libertad y la independencia de Cuba. Sin embargo, más allá  de  los combates y las acciones,  fue hombre de pensamiento y ejemplo ante sus compañeros de lucha y  se entregaba siempre a la causa como el más impetuoso de los soldados.

Así fue la proyección histórica y humana de este hombre que fue feliz porque vino de León y de Leona. Por eso hoy debemos de recordar a quien hizo grande a su Patria porque realizó proezas que engrandecieron su leyenda y a quien proclamó aquella frase inmortal «[…] mejor subir o caer sin ayuda antes que contraer deudas con vecino tan poderoso». 

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