Un recorrido por un Círculo Infantil en Cuba

Guantánamo. – Cada 10 de abril, los cubanos conmemoramos el aniversario de la constitución de los Círculos Infantiles, una iniciativa de la heroína del llano y de la sierra Vilma Espín Guillois, que perdura como una hermosa obra de la Revolución Cubana que beneficia a las madres trabajadoras y sus pequeños.

Esta es una historia real, tan real como la realidad que viven cada día muchos infantes, sus padres y educadoras: Un día en el círculo infantil

Apenas corren las primeras horas del día y llegan los primeros. En cualquier medio pero llegan de manos de sus padres, madres, abuelitos. Ahí está la enfermera para recibirlos.

Unos ya están mejor adaptados, pero otros no dejan escapar su inconformidad con el llanto, un llanto que oprime el pecho pero que encuentra refugio en el arrullo de la seño, que los conquista.

No falta la flor a Martí y el momento solemne para izar la bandera cubana.

El reloj marca las 8:00 am cierra la puerta, inicia nuestro recorrido, y todo por dentro resulta una gran algarabía, una algarabía que anuncia alegría, juego, aprendizaje.

Los más pequeños hacen su fila para la gimnasia. Se ejercitan mientras toman las energías que les proporciona el sol. Mientras, el personal de servicio se esmera en la limpieza, en el cuidado de las áreas verdes, en la elaboración de los alimentos, ahí también está la enfermera para velar por la buena higiene, la calidad de la elaboración y la inocuidad de los alimentos.

Y entonces ya está listo el primer alimento del día: la merienda. Los pequeños lavan sus manitos y se alistan para tomarla.

En el salón del segundo año de vida, están los niños más pequeñitos y resguardado por esas educadoras que desbordan de gozo de contentar a sus infantes con sus juegos matutinos y esas primeras lecciones de vida: canto, baile, juegos de movimiento, muestras de láminas y algunas una que otra acción instrumental y de correlación.

Los del 3er año son igualmente pequeños pero los niños, tan sabichosos como los anteriores, pero las actividades van adquiriendo nuevos matices en la búsqueda de otras habilidades. Unos arman la pirámide, las niñas halan ese pequeño objeto que les permite desarrollar la motricidad fina mientras otros tiran de su carrito o juegan a la casita.

Llegando al cuarto de año de vida nos encontramos con un pequeño grupo que, junto a su maestra, se alista para ir paseo. Los que se quedan en el salón se ocupan en labores de modelaje con plastilina y semillas de donde surgen figuras imaginarias de personas, animales y plantas. Bien cerca una mesa de dominó instructivo donde todas se sienten vencedoras, pero por momento se rompe la cordialidad.

A pocos pasos de este salón está el instructor de arte, un joven que también sabe cómo motivar a sus pequeños, y utiliza la técnica del dibujo: en poco tiempo los papeles tomaran colores e imágenes, con toda la ingenuidad de estos artistas.

Bien cerca el área simula una gran sociedad, en la que se erigen los futuros técnicos, profesionales, otros sueñan con ese hogar en el que comparten las labores domésticas, y construyen el mundo perfecto para vivir.

Retomamos el recorrido y encontramos una payasita, la maestra del 5to año, ha iniciado su clase de educación plástica, es momento de implementar algunas habilidades adquiridas: cuaderno, crayola, tempera, semillas, arena, cascarón de huevo, algodón y manos a la obra. ¿Quién sabe en esta oportunidad, que idea surgirá?

En el sexto año de vida o prescolar están los pequeños gigantes de los círculos infantiles. Por eso, además del juego está el espacio para apreciar el programa audiovisual, en una combinación perfecta de conocimiento, canto y el baile. Pero eso no es todo, lo más interesante es ver como se dan los primeros pasos en el aprendizaje de las vocales y consonantes, así ejercitan y se van uniendo al trencito de la alegría.

Pero el día transcurre, pasan las horas como en un gran hogar, en la que las seños son más que educadoras y son esa madre, abuelita, tía, hermana, que asisten a los pequeños en otras actividades muy importantes: la hora del baño, y luego a comerrrrrrrrr…. Pero también hay que dormir… y entonces hay una calma, una calma angelical casi absoluta, que dura un par horas mientras los infantes recuperan energías…

En poco tiempo despertarán los niños y volverá la algarabía, esa algarabía que contagia, que da vida, y ahí continuarán las seños, educadoras, asistentes y todo el personal de servicio, laborando con esmero, con paciencia, con total entrega, con esa pasión infinita que les caracteriza, esa que agradecen las madres y los padres, pero que solo recompensan esos que como dijera el apóstol José Martí, bien saben querer…

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