Trump amenaza con volver a aspirar a la presidencia de EE. UU.

El expresidente Donald Trump, en su primer discurso desde que dejó la Casa Blanca el pasado 20 de enero, insistió en sus teorías fantásticas sobre el robo de las elecciones por parte de los demócratas, y mantuvo su postura de outsider racista y antinmigrante.  

«En realidad, como saben, (los demócratas) acaban de perder la Casa Blanca, pero es una de esas cosas, pero quién sabe, quién sabe. Incluso puedo decidir vencerlos por tercera vez», dijo Trump al inicio de su intervención el domingo, en la clausura de la Conferencia de Acción Política Conservadora, en Orlando, Florida, ante un auditorio donde predominaban sus partidarios.

El exmandatario no ha reconocido aún su derrota ante Joe Biden, quien ha revertido muchas de las políticas de su antecesor, incluyendo la referida a la inmigración, asunto que provocó la crítica del magnate, quien destiló, como es habitual en él, puro racismo en su alocución.

«La decisión de Joe Biden de cancelar la seguridad fronteriza ha lanzado por sí sola una crisis de jóvenes migrantes que está enriqueciendo a los contrabandistas, a los cárteles criminales y a algunas de las personas más malvadas del planeta», dijo.

La actual administración demócrata presentó la semana pasada al Congreso un proyecto de reforma migratoria que posibilita un camino a la ciudadanía para millones de indocumentados.

Con relación a las divisiones internas entre los republicanos y a la posibilidad, que ha insinuado en varias oportunidades, de crear un nuevo partido, expresó el exinquilino de la Casa Blanca: «Seguían diciendo, va a comenzar un nuevo partido. Tenemos el Partido Republicano. Se unirá y será más fuerte que nunca. No voy a empezar un nuevo partido. Eso fue una noticia falsa», recalcó.

Sin embargo, al final de su intervención arremetió con dureza contra los legisladores y líderes de la facción que han dicho públicamente algo en su contra.

Nadie esperaba que su discurso del domingo en Orlando fuera distinto, pero siempre queda en la gente un ápice de esperanza en la cordura de los jerarcas del imperio.

Quienes conservaron esa minúscula confianza, tropezaron de nuevo con el ego desenfrenado del hombre show, que proclama, a cada paso, desde que probó las «mieles del poder», como un antiguo soberano absoluto: el poder soy yo.

Más de lo mismo por esas tierras del norte donde, como dijo José Martí, «en vez de robustecerse la democracia, y salvarse del odio y miseria de las monarquías, se corrompe y aminora la democracia, y renacen, amenazantes, el odio y la miseria».

Tomado de Granma

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