Tributo a la inocencia

Fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina y el tributo a la inocenciaGuantánamo.- Una significación especial tiene para los jóvenes cubanos la fecha del 27 de noviembre y en particular para los estudiantes. Los hechos acaecidos un día similar de 1871, permanecen latente en la memoria de todos los cubano; el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina.

Un complejo escenario político convulsionaba a la Cuba entonces y la hostilidad del gobierno colonial hacia la Universidad de La Habana fue incrementándose, a medida que se expresaba el apoyo de los estudiantes a la lucha independentista de los patriotas en la manigua contra el dominio español.

El Cuerpo de Voluntarios la emprendió con extrema violencia contra lugares públicos frecuentados por la juventud, la masacre del Teatro Villanueva en 1869 y los sucesos del Café El Louvre son algunos de esos hechos que dejaron muertos y heridos. La situación llegó a tales extremos, que en un momento determinado la Universidad no pudo nombrar un celador español porque los alumnos exigían que fuera cubano.

Fue así que el 23 de noviembre de 1871, un grupo de 45 estudiantes del primer año de Medicina del curso 1871-1872 fueron acusados bajo un absurdo y horrendo pretexto; el haber había profanado la tumba del periodista español Gonzalo Castañón.

Un consejo de guerra verbal dictó sentencia de absolución a unos y pequeñas sanciones a otros, pero los voluntarios protestaron enérgicamente, obligando al general Romualdo Crespo a ordenar un segundo proceso jurídico, fue así que un tribunal integrado por seis capitanes del Ejército Regular y la misma cantidad del Cuerpo de Voluntarios, actuando de una manera arbitraria decidieron encausar a 43 estudiantes.

Tras un amañado y fugaz proceso jurídico, pidieron la pena máxima para ocho de los acusados. Once fueron sancionados a 6 años, veinte a 4, otros cuatro a 6 seis meses de prisión y sólo seis fueron absueltos…

Ninguno de los condenados rebasaban los 21 años de edad: Alonso Francisco Álvarez y Gamba (16), el más joven; Anacleto Pablo Bermúdez y González de la Piñera (20), José Ramón Emilio de Marcos y Medina (20), Juan Pascual Rodríguez y Pérez, el mayor de todos (21), y Ángel José Eduardo Laborde y Perera (17), Eladio Francisco González y Toledo (20), Carlos Augusto de la Torre y Madrigal (20), Carlos de Jesús Verdugo y Martínez (17), quien ni siquiera había asistido ese día a clases y se encontraba en su provincia, Matanzas, con la familia. Los tres últimos fueron escogidos por sorteo…

Fueron fusilados en la explanada de La Punta, frente al Castillo de los Tres Reyes del Morro, en La Habana; les vendaron los ojos, les ataron las manos a la espalda y los obligaron a ponerse de rodillas y para completar la indignación; los fueron ejecutando de dos en dos.

En 1873 el ciudadano español Fernando de Castañón, de 26 años, hijo menor de Gonzalo de Castañón, viajó a La Habana y visitó la tumba de su padre. Acto seguido declaró que el panteón no había sido dañado…

A ellos dedicó José Martí el poema “A mis hermanos muertos”, cuyos versos han sido tan repetidos: “Cuando se muere/ En brazos de la patria agradecida/ La muerte acaba, la prisión se rompe […]”.

La muerte de los ocho estudiantes de Medicina no fue en vano, lejos de amedrentarse, el estudiantado cubano reaccionó de manera viril y continuó apoyando la causa independentista y hoy continúa siendo luz y faro para los jóvenes de estos tiempos quienes los recuerdan con profundo respeto y cada 27 de noviembre les rinden tributo ratificando el compromiso inalienable de defender, al precio que sea necesario, el amor a la Patria amada.

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