Tootsie renacida en sus tantas semillas(+ Video)

Por: José Llamos Camejo

Porque desde hace 14 años no se le ve sobre el escenario, rodeada de niñas y niños –ella en oficio de hada, con las manos en un solo de danza, extrayéndole poesía a los sonidos, y en aquellos gestos tan suyos el misterio de hacer melódicos los silencios– algunos, por eso, piensan que Tootsie murió.

No acostumbrado a verla dormida ni silenciosa, ni inmóvil el cuerpo menudo que resistió el peso de 86 años, un día Guantánamo la lloró como se llora a una madre; Tootsie es eso para el musical Alto Oriente: una madre. En buena lid se hizo de tal nombramiento.

Fuera otro el pentagrama de estos predios sin la acuciosidad investigadora, el magisterio de su pedagogía, y las manos hacedoras de Antonia Luisa Cabal Salis (Tootsie). Nadie como ella –en compañía de Pablo Hernández Balaguer–, escrutó mejor en la obra de Esteban Salas.

Nadie en tierra guantanamera asumió con tanto desvelo el magisterio del arte. Licenciada en Musicología en la Universidad de Oriente, desde espacios académicos disímiles promovió esa manifestación del arte en su natal Guantánamo.

Vicepresidenta fundacional de la Sociedad Filarmónica que vio la luz en la zona más oriental en los primeros días de febrero de 1949, más allá de articular a los hacedores musicales de la región, desde esa responsabilidad, Tootsie le incorporó talla y diversidad a la cultura del Guaso.

Columna indispensable en la Sociedad Filarmónica, ayudó a que luminarias de la envergadura de Alicia Alonso, Esther Borja, Ernesto Lecuona, y otras no menos relevantes de la escena internacional, como Andrés Segovia, notable guitarrista español, trajeran la luz de su arte al entonces remoto predio guantanamero.

No es todo. En el brillo de creadores como el compositor y arreglista Conrado Monier, Teresa Paz y el flautista Alex Rodríguez, entre otros, hay mucho de la Cabal. Sus pulidoras manos le dieron vida, en 1962, al Coro Polifónico, embrión del Coro Masculino de Guantánamo, fundado nueve años después. 

Difícil es encontrar en esta región un episodio musical relevante que no haya sido tocado por la chispa inconfundible de la ya centenaria guantanamera. Viene a la mente su nombre cuando se habla de citas como el Encuentro de pianistas Pepe Gallart; lo defendió con la misma pasión que lo hizo cuando se trató del de tríos o el de música de concierto.

Nació de Tootsie, también, en 1986, el Coro Vocecitas de Cristal, inspiración y antesala del Festival de Interpretación Infantil, que, realizado por primera vez en Guantánamo, en 1987, tuvo en ella un puntal organizador. Fundó la enseñanza artística en la provincia, y también la escuela de música, creación esta última considerada por muchos como el acontecimiento más relevante de la cultural en el territorio.

Este 6 de enero cumpliría cien años la inolvidable guantanamera, de ternura en alma y severidad en los ojos, distinguida –aunque remisa a los premios– con el Nacional de Cultura Comunitaria, la Medalla Alejo Carpentier, la Orden Raúl Gómez García, el premio Los zapaticos de rosa, el Caracol de la Uneac, y el Maestro de Juventudes, de la Asociación Hermanos Saíz, entre una extensa lista de reconocimientos.

Voz Tempo, agrupación coral y refugio laboral fundado por ella misma, le celebra el cumpleaños en su casa natal de Guantánamo. Celebremos con ellos la vida de tan prolija mujer. Vamos a su encuentro. Al nublarnos la vista hace 14 años, la tristeza nos impidió verla renacida en sus tantas semillas.

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