Sobre el adiós del beisbol cubano a Tokio 2020

Sobre el adiós del beisbol cubano a Tokio 2020

Sobre el adiós del beisbol cubano a Tokio 2020

Dos reveses, signados por diferencias mínimas de 5×6; aperturas fallidas desde el box y finales de emoción dejaron al beisbol cubano fuera del camino hacia los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

Primero Venezuela y luego Canadá. Así, la tropa dirigida por Armando Ferrer vivió la pesadilla de no acceder a la súper ronda del torneo preolímpico de América disputado en las ciudades floridanas de West Palm Beach y Port St. Lucie.

«Fueron partidos peleados, perdidos en el primer inning», comentó el técnico en alusión a las tres carreras admitidas por los abridores Lázaro Blanco (3.2 entradas) y Carlos Juan Viera (0.2) en los capítulos iniciales de uno y otro encuentro.

«No “caminaron” lo esperado, de manera que no pudieron avanzar los juegos y eso cuesta en eventos de este tipo», añadió antes de afirmar que «no clasificar constituye una derrota que deja un sinsabor en el pueblo y en nosotros».

El equipo mostró capacidad de respuesta, y aun cuando errores tácticos y mentales limitaron su alcance, las pugnas ante venezolanos y canadiense se extendieron hasta el último out. En medio de la garra y cohesión fraguadas desde los entrenamientos, otra vez emergieron no pocos detalles a evaluar hacia el futuro inmediato.

Citemos entre esos la integración misma de la nómina para una lid que se sabía exigente desde el principio; la eficacia de su concepción táctica, la toma de decisiones por parte del alto mando, el desespero que por momentos se hizo evidente en el cajón de bateo, atentando contra la discriminación de los envíos, y los malos contactos a la hora de conectar.

En los apuntes acumulados durante estas jornadas —todos útiles para el debate— aparecen igualmente el excesivo número de bases por bolas concedidas (16), con aportes de tiradores que parecieron olvidar la fórmula de su dominio; y errores defensivos no pasados a los libros como tal, que solo fue uno.

Del lado positivo está que el elenco abrió sus puertas a hombres con desempeños en ligas foráneas, quienes se sumaron a un núcleo integrado por el después lastimado Alfredo Despaigne y los monticulistas contratados por la federación cubana en Japón, desde donde no viajaron los lesionados Yurisbel Gracial y Ariel Martínez. 

Las producciones ofensivas de un Erisbel Arruebarruena que acalló a sus detractores, de Yadil Mujica y los primos Raico y Roel Santos, protagonistas de una dinámica espectacular y generadora de elogios, fueron clave en la mejor imagen proyectada por una dotación que también vio brillar desde la lomita a Yariel Rodríguez.

«Después que terminó la 60 Serie Nacional me dediqué a hacer los ajustes necesarios en función de la velocidad y otras características del pitcheo a enfrentar aquí, y basado en lo que no hice bien en los play off en Cuba», aseveró Arruebarruena, quien promedió para .583 como fruto de siete imparables en 13 veces al bate.

«Las cosas no nos salieron como queríamos y perdimos dos partidos buenísimos», sostuvo. «Nos faltó un mejor trabajo de los abridores, pero de manera general nos entregamos como equipo», opinó el torpedero de la selección antillana.

Y en eso último tuvo especial razón, porque más allá de contribuciones individuales la defensa de la camiseta se erigió en el sentido de pertenencia abrazado por el colectivo, no importa el rol asumido en cada presentación.

Así se acortaron desventajas que parecían suficientes para sepultar cualquier reacción; se mantuvo la bandera en alto, quedó minimizado el impacto de la deserción de César Prieto, noquearon por la honra a Colombia y se sobrepusieron a las groseras provocaciones orquestadas por la mafia cubanoamericana.

«Con independencia de que no lo consiguiéramos, siempre nos mantuvimos enfocados en el objetivo, y entre los muchachos primaron todo el tiempo la motivación y la alegría para salir al terreno», sentenció un Mujica “sobrado” desde una titularidad que inicialmente no le fue concedida.

«Duele», dijo Ferrer sobre el primer adiós de Cuba a las citas beisboleras olímpicas, pero ni siquiera la frustración por los sueños incumplidos puede opacar los destellos de una luz llamada a crecer desde la nueva estrategia aprobada para nuestro deporte nacional tras una amplia consulta popular.

Como parte de esa habrá que definir el director para el próximo cuatrienio, mejorar el seguimiento a jugadores actuantes en otros circuitos, la definición de roles y prioridades técnicas, y el fortalecimiento integral de nuestros eventos locales, porque todo comienza y termina en ese espacio. 

«Duele», ya lo aseveró Ferrer, pero hay conciencia sobre qué y cómo hacer por más, y las lecciones de Florida forman parte de las herramientas para asumir esa tarea.

EL OTRO EVENTO

Enfrentada a agresionesque originaron respuestas propias de la dignidad de nuestro deporte, asumió la delegación cubana el torneo preolímpico de beisbol de las Américas, organizado del 31 de mayo al 5 de junio en Florida, Estados Unidos.

Las presiones comenzaron antes, cuando las solicitudes de visado se convirtieron en una odisea, porque la restricción de los servicios consulares en la embajada de Estados Unidos en La Habana hizo necesario dirigir esas gestiones a otros países.

Conscientes de la importancia de un evento asociado al sueño de atletas, entrenadores y millones de aficionados, la dirección del beisbol inició el proceso el 16 de abril, con intentos en México, República Dominicana, Panamá y Guyana, pero la respuesta fue siempre negativa.

Ello obligó a apelar a la variante de la sede diplomática estadounidense en la capital cubana, que terminó por recibir la documentación el 11 de mayo y fue notificada sobre la intención de realizar el viaje hacia Florida el día 21.

Resultaron jornadas de incertidumbres, reajustes de los entrenamientos y posposición de tareas inicialmente concebidas para la estancia previa en suelo norteño, a donde en definitiva se arribó el 26 de mayo, a solo horas del partido de preparación pactado con República Dominicana, único de ese tipo que pudo disputar la selección.  

Entretanto, personajes detestables utilizaban las redes sociales de internet para posicionar un fuerte discurso anticubano, desde el cual instaron a mezquindades de todo tipo, como ocupar posiciones estratégicas en los estadios y llamar permanentemente a las deserciones.

La deslealtad de César Prieto, quien dio la espalda al compromiso contraído con su equipo y el pueblo al que representaba, exacerbó los ánimos de quienes alimentan el odio en una comunidad donde nuestros representantes también encontraron apoyo sincero.

Traficantes favorecidos por la decisión del gobierno de Estados Unidos de inhabilitar el acuerdo destinado a normalizar la inserción de jugadores cubanos en las Grandes Ligas hicieron hasta lo indecible para incrementar su “cosecha”, al tiempo que las expresiones escuchadas en los escenarios de competencia traspasaron por mucho los límites de la grosería.

Estimulada por un clima en que intentó convertirse en “heroína”, una joven irrumpió en el terreno durante el encuentro entre Cuba y Venezuela, sin que la agilidad caracterizara la respuesta de los mismos que toleraron ofensas de todo tipo en nombre de la cacareada “libertad de expresión”.

«Constituye un claro ejemplo de lo que no debe suceder si las autoridades locales actúan como establecen los protocolos de seguridad que merecen los protagonistas de esta cita», expuso la Federación Cubana de Beisbol en carta pública dirigida a la Confederación Mundial de Beisbol y Softbol (WBSC, por sus siglas en inglés).

La misiva advirtió también sobre carteles y ataques verbales agresivos, particularmente desde los palcos detrás de home y sobre el banco ocupado por Cuba, donde hubo que hacer de tripas corazón para controlar las reacciones.

Cierto que la llegada de la delegación se agilizó al máximo, al amparo de agentes del orden público, y que fue custodiada en sus trayectos hotel-estadio-hotel, pero el saldo general pasó a la historia con el calificativo de nefasto para los organizadores locales.

Otra vez la mafia anticubana demostró el alcance de sus tentáculos, crecidos al ritmo del negocio en que se constituye desde hace décadas, y en medio de un clima de radicalización que robustecen sus líderes y voceros. Todo ese se hizo sentir, incluso entre emigrados negados a sumarse a la comparsa de la hostilidad.

Nuestros atletas, aunque decididos a no perder la concentración, sintieron “hervir” su sangre en un ambiente ajeno a los valores del deporte, lo que multiplica el significado del empeño derrochado en función del sueño que no pudo conseguirse.

«Al escribir la historia de estos días desafiantes, habrá que dedicar un capítulo a la hombrada del equipo Cuba. Hostigados de modo vil por un puñado de mercenarios, nuestros peloteros han puesto la dignidad en lo más alto. Han hecho más visible la desvergüenza del adversario», tuiteó al respecto el Primer Secretario del Partido y Presidente de la República Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y nada mejor para cerrar estas líneas.

Fuente: Jit

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