Guantánamo.- Tengo que citar a Matamoros: “siento por Santiago una pasión…” y es que ese rincón bendito, sigue siendo razón que nos convoca, desde el Titán de Bronce que nos recibe al llegar a la Ciudad Héroe de Cuba, hasta la historia latente en cada rincón de sus calles empinadas donde los muchachos de la clandestinidad, hasta los asaltantes al Moncada, son presencia viva.
Santiago de Cuba es una ciudad que atrapa, y que hoy más que nunca en su 500 cumpleaños, invita a conocerla y luego, e irremediablemente, a amarla, como mismo me ocurrió hace más de 20 años…
Es ese ritmo inigualable de la trompeta china en la contagiosa conga, es el conocer la historia que la hizo “cuna de la Revolución”, es el ímpetu de su gente para levantar una ciudad devastada por la furia de un huracán; Sandy, es descubrir la hospitalidad del santiaguero… Son miles de razones más que te hacen amarla de punta a cabo.
Y cada 26 de julio es otra motivación para sentir por Santiago esa pasión que no puedes ni explicar, es el sentir ardiente de un pueblo que se levantó contra la injusticia y que 62 años atrás dio abrigo a Fidel Castro y el resto de los jóvenes que protagonizaron una de las páginas más gloriosas de la historia de Cuba: el asalto al Cuartel Moncada.
Conocí la historia desde muy pequeña, en la escuela, luego en las visitas a mi tía Cary, que estudiaba Medicina en la legendaria Universidad de Oriente, y después a través de la magia que te atrapa e irremediablemente te convierte cada vez que pisas una de sus calles.
Y entonces ya no hay marcha atrás, te sientes orgulloso de ser de Guantánamo, vecino de la legendaria Santiago de Cuba, y te obliga en cada visita a redescubrir su historia, su hechizo, su bravura de donde salieron los Maceo, Frank y Josué, de donde en cada persona te sorprendes encontrar a un protagonista de entonces o por herencia, de la “hospitalaria siempre…”
Ya no te puedes resistir al hechizo de su Plaza de Marte, de la legendaria Enramadas, del mítico Padre Pico o del caliente Chicharrones, de Los Hoyos con esa conga que te arrastra ineludiblemente y es que Santiago es siempre Santiago!