Guantánamo.- Son adultos mayores, tres veces a la semana se reúnen en el patio del Museo de Guantánamo para, bajo la guía del joven licenciado en Cultura Física Harold Bertot Sánchez, realizar esos ejercicios que los mantienen tan activos.
Pero esta vez la razón del encuentro es otra.
“Nos pusimos de acuerdo desde hace unos meses para hacer una fiestecita de fin de año y de paso agasajar al “profe” y a los otros integrantes que fueron educadores, a propósito de la jornada por el Día del Educador”.- Explica Adelfa, la presidenta del círculo de abuelos Salud y Vitalidad.
Más de una treintena de jubilados de sectores como el de la salud, la educación, transporte, el comercio y la gastronomía conforman el grupo, heterogéneo además en otras muchas aristas. Al respecto comenta Harold:
“Llevo más de tres años trabajando con ellos y se suman nuevos integrantes, es una labor para la que hay que tener en cuenta varios factores; tienen caracteres diferentes, pero además en esta etapa de la vida están acostumbrados a ser ellos los dominantes…vaya, los que mandan.- sonríe y añade.- aunque no hemos tenido problemas en ese sentido, siempre aplico lo que aprendí en la carrera con la asignatura de Psicología para mantener la armonía y comprensión entre todos.”
Entre cuentos, juegos, poemas, canciones y hasta bailes, transcurre la mañana en casa de Belkis, fundadora de esa especie de peña que se multiplican por todo Guantánamo y Cuba donde la esperanza de vida al nacer es de 72,5 años; lo cual sitúa a nuestro país entre los privilegiados dentro del hemisferio, resultado de la dedicación de recursos humanos y materiales por parte del Estado Cubano al alcance de toda la población.
En medio de la mesa cubana (especie de bufet), siguen aflorando esas hermosas historias dignas de compartir, como la de la alfabetizadora Maura Velázquez, natural de Baitiquirí, en el municipio de San Antonio del Sur.
“Yo estaba en 6to grado cuando nuestro Fidel habló de la campaña de alfabetización, me emocioné mucho ante la idea ayudar a los tantos iletrados que había en Cuba en ese entonces, en mi mismo pueblo eran muy pocos, muy pocos los que sabían leer y escribir, imagínate que esa es una zona montañosa, abrupta… Mi mamá no quería déjame ir y mi papá nada decía… lloraba todos los días hasta que me dieron el permiso y me fui a la escuela en Varadero donde recibimos la preparación, de ahí regresé a mi terruño y comencé a alfabetizar en la zona salinera, primero fue a una familia de ocho personas, luego iba a otras casas en Caujerí hasta que declaramos a la zona Territorio Libre de Analfabetismo, recuerdo que la bandera la colocamos en lo alto del Pan de Azúcar.”
Otra de las abuelas, Adela, que me pidió que no la fotografiara porque “no tuve tiempo de arreglarme el cabello”, me contó que llegó al círculo con muchos dolores articulares, tembleques y la autoestima muy baja. Unas amigas la animaron para que se sumara y al poco tiempo su vida había cambiado totalmente:
“Mira, se me quitó la tembladera, camino derechita, derechita, ¡hasta bailo!”
Y es que según me explicó el profesor Harold: “no se trata de hacer ejercicios por hacer, para ello hay una guía metodológica, hay que tener en cuenta sus patología, muchos son diabéticos o padecen de artrosis, entre otras enfermedades, de ahí que a este programa se suma además un médico y en cada jornada dedicamos un tema a la salud, a la calidad de vida e intercambiamos sobre la alimentación, higiene, los cuidados precisos para evitar accidentes, hacemos juegos mentales para ejercitar la memoria…es un trabajo muy bonito que se recompensa con esas sonrisas y testimonios como el de Adelita.”
Me despido del alegre grupo que me animó a sumarme con ellos a la preparación física “porque aún eres tan jovencita (y les agradecí la denominación), pero súmate para que veas cómo esa rodilla coge su paso…”
Y me robaron el corazón, salí reconfortada de ver tanta alegría y ansias de vivir entre ese grupo de adultos mayores guantanameros que me insuflaron las ganas de seguir batallando en contra de mi artrosis de rodilla y la sinovitis para llegar a esa edad así, con la misma vitalidad de ellos.