Salvan vidas y siembran amor por Cuba

Que la respuesta de Cuba ante la urgencia mundial de la pandemia haya llevado sus médicos, lo mismo a la vieja Italia que a los trópicos de África, tanto a los altos pirenaicos de Andorra como a las islas del Caribe, y que después sea uniforme la gratitud de los pueblos, demuestra que no hay escalas distintas para medir los gestos solidarios que salvan vidas.

En la madrugada de este sábado, por ejemplo, la patria se honró en recibir, como hizo antes con otros, a un número pequeño de valiosos doctores, siete apenas, que, como parte del contingente internacionalista Henry Reeve, por cinco meses ofrecieron sus aportes ­contra la COVID-19, desde una sala intensiva de un hospital del estado mexicano de Quintana Roo.

Se estremece el orgullo nacional cuando se sabe que en las manos de esos siete médicos especialistas, encontró auxilio la vida de ­6 130 de los 6 213 pacientes que atendieron, contagiados todos con el mortal SARS-COV-2.

Habían partido al peligro el 22 de mayo, cuando sobre el coronavirus lo más claro conocido era su rastro arrollador de muertes; pero ya llegan hoy, sanos y a salvo, con esa estela distinta, llena de luz, que es la gratitud enorme de aquellos que rescataron a la vida.

Vaya experiencia colosal la de ellos, y vaya estremecimiento el de Cuba, que los abraza de vuelta.

Tomado de Granma

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