¡¿Racismo en Cuba?!

Entrevistar al historiador, investigador y escritor Rolando Julio Rensoli Medina es un ejercicio de deconstrucción propia desde el principio hasta el final del proceso.

Sus respuestas evidencian y neutralizan esos prejuicios y estereotipos que conforman y moldean, inevitablemente, a los ciudadanos de una Cuba que todavía carga sobre sus hombros siglos de desigualdad social y racial. Y es que 63 años no son suficientes para borrar del espacio intangible las barreras mentales que dividen a los seres humanos.

El también vicepresidente de la Comisión Aponte, perteneciente a la Unión de Escritores y Artistas de este país, habla de cubanía, un concepto que sintetiza toda la mezcla que nos antecede y afianza en suelo patrio, por lo que, a su juicio, no es correcto emplear el término afrocubano u otra distinción para diferenciar a los nacidos en el archipiélago debido a su origen, religión o color de piel.

Sin embargo, sobre lo que se ha logrado, con sus ventajas y limitaciones, se ciernen otros peligros que debemos señalar y apuntar: el crecimiento del sector privado en Cuba, necesario para el desarrollo del país y una alternativa laboral para muchos jóvenes, puede profundizar en las causas objetivas y subjetivas de la discriminación y la desigualdad racial. Este y otros asuntos fueron abordados en la entrevista que Alma Mater hiciera al reconocido intelectual.

¿Cuánto ha evolucionado la sociedad cubana en la superación de las expresiones de racismo?

Si tomamos como punto de partida el 1ro. de enero de 1959, en mi consideración personal, la sociedad cubana ha evolucionado mucho en cuanto a expresiones de racismo, tanto en el orden objetivo como en el subjetivo. Pero habría que decir que, aunque el 20 de diciembre de 2019 es una fecha muy cercana, también se ha avanzado, desde entonces.

Las dos fechas que tomo son, por supuesto, el triunfo de la Revolución cubana, y la aprobación por el Consejo de Ministros del Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial.

La voluntad política para exterminar el racismo y la discriminación racial existe en el país desde 1959, pero es en 2019, a 60 años, cuando se aprueba un programa nacional específico para ratificar lo avanzado y acelerar el objetivo, cuando se reconoce que solo con políticas de carácter universal y de equidad como las que había aplicado hasta entonces la Revolución, no se resolvió el problema en su totalidad, pues estas tenían puntos de partida con distintas ventajas para cada grupo.

Lo que más se visibiliza todavía son las expresiones subjetivas. Recuerdo que, en mi infancia y adolescencia, eran comunes expresiones como: «negro de mierda»; «el negro si no la hace a la entrada, la hace a la salida»; «tenía que ser negro»…; en la actualidad, esas y otras, han disminuido. Hoy el racismo es más sutil.

Para citar varios factores me voy a remitir al diagnóstico del Programa, recogidos en el libro Revolución cubana vs. Racismo, de cuyo colectivo de autores formo parte:

Persisten patrones históricamente heredados por el peso de cuatro siglos de régimen colonial, sustentado en la explotación de mano de obra esclavizada traída a la fuerza de África, y medio siglo de república neocolonial, con los lastres de la discriminación por el color de la piel, que gravitan sobre la psicología social con efectos duraderos y latentes.

Con la Revolución, la destrucción de las bases objetivas que daban lugar a un racismo institucionalizado y estructural en la etapa prerrevolucionaria, no estuvo suficientemente aparejada a una transformación de la subjetividad. No basta que se proclame la igualdad de derechos y oportunidades, ni que se tenga un cuerpo legal que condene los actos de discriminación, si no se trabaja por cambiar la mentalidad.

Existen carencias y vacíos en la sistematización y consistencia de la introducción del antirracismo como valor, para la concientización de que los prejuicios raciales son totalmente incompatibles con el proyecto socialista cubano.

El mismo uso del concepto de «raza» es una muestra de la falta de comprensión del problema en nuestra sociedad. Científicamente está demostrado que las razas humanas no existen; el racismo sí, y no se percibe este fenómeno como una construcción sociocultural de profundas raíces históricas.

En el imaginario popular persisten chistes de discriminación múltiple o cruzada que tienden a denigrar al sujeto por el color de la piel. Igualmente, existen otros chistes asociados al origen territorial o socioclasista de los sujetos o a su orientación sexual.

Persiste el regionalismo como forma típica de xenofobia y existe la tendencia a naturalizar el «habanocentrismo» en detrimento de las restantes provincias de Cuba.

Hay un contraste entre la exacerbación y la subestimación de la percepción de la religiosidad popular cubana de antecedentes africanos. La prevalencia en determinados grupos e individuos de visiones eurocéntricas del saber tratan aún de calificar las tradiciones culturales de origen africano como productos exóticos, pintorescos, solo aptos para la comercialización turística.

Se produce el racismo reactivo. O sea, el atrincheramiento de negros y mulatos en posiciones de defensa racial que, por un lado, laceran la autoestima, por otro, atentan contra el abordaje integral y equilibrado de la problemática. Esto ha provocado, a su vez, otra reacción y es la de personas blancas que afirman: «Hoy los negros son más racistas que los blancos».

Existen distorsiones en el mercado laboral derivadas del prejuicio racial. Al mismo tiempo discriminación laboral en centros gastronómicos de propiedad privada en dos sentidos: empleo de negros y mulatos en plazas donde tiene poco o ningún contacto con el cliente, y negativa a aceptar como clientes a personas de estos colores de piel o parejas intercolores o mixtas.

Lea más aquí: Racismo en Cuba: Una herencia que persiste

(Copyright Revista Alma Mater)

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