Guantánamo.- Cuando la escasez arrecia las demandas superan las ofertas, o peor, estas últimas, rozan la nulidad. El más mínimo producto incrementa su valor de uso, escalando de menos necesario a imprescindible, o de primera necesidad, y ante esta realidad de desabastecimientos, personas inescrupulosas aprovechan la compleja situación, y venden de manera ilícita, pero a la vista de todos, pollo, picadillo, aceite, aseo personal y otros tantos, multiplicando precios que llegan a ser abusivos y especulativos.
Lo cierto es que las reglas del mercado negro señorean ante las maltrechas ofertas estatales, en el espacio físico o las redes sociales.
Punto y aparte merecen las mipymes, por suerte no todas, pero convido a revisar, porque bajo el estatus legal, no pocas revenden mercancías, compradas en cantidades en el exterior o en frontera, incluso, sin aportarle algún valor agregado.
Más allá de respuestas vinculadas indiscutiblemente al real impacto del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, y la insuficiente producción nacional, hay que empoderar la lucha contra la corrupción, el control económico eficiente, el hacer objetivo de inspectores estatales y otros.
Se trata de sistematizar el enfrentamiento eficaz por el sistema de instituciones y cuerpos investidos legalmente para ejercerlo, siempre acompañado del control popular que precisa de herramientas expeditas para hacerse valer.
Es hora de frenar una práctica desgastante para la familia guantanamera, y para ello, hay que establecer no solo estrategias gubernamentales, sino, hacerlas cumplir.
Licenciada en Periodismo. Máster en Ciencias de Nuevas Tecnologías de la Información para la Educación