¿Por qué la región latinoamericana ha sido más vulnerable a la COVID-19?

En la lectura del diario The New York Times, un cintillo me detiene en seco: «Donald Trump y Jair Bolsonaro debilitaron las defensas sanitarias de América Latina contra la COVID-19».

Me impacta la afirmación, más si tengo en cuenta que en EE. UU., a finales de octubre, se rompía el récord de 80 662 contagios en un día, y que durante toda la pandemia suman 9 032 465 los enfermos y 228 998 los muertos.

En Brasil, los infectados con el virus son 5 535 605 y 159 884 los fallecidos.

El diario publica verdades que debemos divulgar y el mundo debe conocer.

Los dos personajes involucrados, Donald Trump y Jair Bolsonaro –este último conocido como el Trump del trópico– algún día corresponderán al pasado, no lo dudo; pero sus avales se recordarán por su irracionalidad, falta de ética, egocentrismo y el fundamentalismo, solo comparados con el nacionalismo devenido en fascismo, de Hitler.

Vale detenerse en una cena, reunión, confabulación, o como se le quiera llamar, sostenida por ambos el pasado 7 de marzo, en una de las grandes propiedades de Trump en Florida, el palacio de Mar-a-Lago.

Allí, en pleno auge de la COVID-19 en Estados Unidos, y sin que se tomaran medidas sanitarias de distanciamiento, uso de mascarillas y otras, «cocinaron» parte de la feroz campaña contra la colaboración médica cubana.

El mandatario brasileño hacía gala de haber provocado la salida de más de 8 000 colaboradores de la Salud que, en Brasil, habían salvado miles de vidas.

Parece que al «Trump del trópico» le gustó la frasecita de «trata de personas» y se unió al coro anticubano ensayado por Mike Pompeo y el propio magnate presidente de Estados Unidos. Ni una sola referencia a los más de 28 millones de brasileños, de las capas más humildes y los lugares más intrincados de la extensa geografía, que quedaron totalmente desamparados luego de la salida de los galenos cubanos.

Menos aún importó a Jair que la pandemia de la COVID-19 fuera una realidad en su nación y las cifras de enfermos crecieran por día. Incluso, muy poco caso hizo a que, luego de la reunión con Trump, 22 miembros de su delegación que asistieron a esa cita, regresaron a Brasil contagiados con el virus.

También el mundo debe conocer que, con la ayuda del mandatario estadounidense, Bolsonaro convirtió a la hidroxicloroquina en la pieza central de la respuesta pandémica de Brasil, a pesar del consenso médico de que el fármaco es ineficaz, e incluso peligroso, comenta The New York Times.

Un mes después, Trump anunció una llamada telefónica con Bolsonaro, en la que Estados Unidos se comprometió a enviar dos millones de dosis de ese peligroso medicamento a Brasil.

Pero la coincidencia entre ambos gobernantes, además de formar parte del vulgar show anticubano en relación con la atención médica solidaria de la Isla para con más de cien países, tuvo su expresión financiera contra la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Recuerda el citado diario que «Trump, con la ayuda de Bolsonaro, casi lleva a la bancarrota a la ops, al retener los fondos prometidos en el momento más álgido del brote», en una medida que no había sido revelada anteriormente.

Recordemos que el presidente estadounidense también sacó a su país de la Organización Mundial de la Salud (OMS), le retiró sus fondos y orquestó una campaña difamatoria contra esa institución, tildándola de «pro China».

En relación con la ruptura de los convenios de Salud de países como Brasil, Ecuador y Bolivia, que llevó a la salida de miles de médicos cubanos, quienes durante años garantizaron la atención a millones de enfermos, se advierte en el artículo que «los precarios sistemas de salud y las ciudades superpobladas hicieron que América Latina fuera muy vulnerable. Pero, al expulsar a los médicos, bloquear la asistencia e impulsar curas falsas, Trump y Bolsonaro empeoraron la mala situación, al desmantelar los mecanismos de defensa».

Esa verdad también debe conocerla y condenarla la comunidad internacional, que ha visto hasta dónde estos dos personajes de la «barbarie política» han contribuido a destrozar las frágiles estructuras de Salud en la región.

«En su afán por deshacerse de los médicos cubanos, el Gobierno de Trump ha castigado a todos los países del hemisferio y eso ha significado más casos de la covid y más muertes por el virus», ha señalado Mark L. Schneider, exjefe de Planificación Estratégica en la ops, y quien fuera funcionario del Departamento de Estado durante el Gobierno de Clinton. «Es indignante», enfatizó.

Vale recordar, y The New York Times lo hace, que: «En octubre de 2018, Jair Bolsonaro llegó al poder en Brasil calificándose como un populista trumpista, hablando favorablemente de la «dictadura» y acusando a la izquierda tradicional de su país de aprender lecciones de la Cuba comunista. Además, prometió expulsar a más de 8 000 trabajadores médicos cubanos».

Cinco años antes, durante el Gobierno de Dilma Rousseff, se desarrollaba el programa Más Médicos, con la colaboración cubana, con el objetivo de ayudar a la atención sanitaria de más de 60 millones de personas, principalmente en pequeñas comunidades de la cuenca del Amazonas, muchas de las cuales nunca antes habían visto a un médico.

Los estudios académicos reportaron altos niveles de satisfacción de los pacientes y la reducción en las tasas de mortalidad infantil. La ops supervisó a los profesionales cubanos en Brasil y promovió su trabajo como un modelo, señaló el artículo del Times.

Estas inobjetables verdades desnudan la catadura moral de Donald Trump y Jair Bolsonaro; no solo por sus acciones infames contra la colaboración médica cubana hacia otros países, sino por el daño –cruel e inhumano– que han hecho y hacen contra los propios ciudadanos de sus naciones.

Son los que recomiendan la hidroxicloroquina para curar la COVID-19 cuando la OPS ha advertido que puede tener efectos adversos, entre ellos una enfermedad grave y la muerte. Se ufanan de haber dejado sin médicos a millones de ciudadanos, ahora desprotegidos totalmente, luego de la salida de los galenos cubanos de Brasil, Ecuador y Bolivia.

Ambos mandatarios baten palmas cuando dejan sin fondos a la ops en el más álgido pico de la pandemia; o sacan a su país y detienen el financiamiento a la Organización Mundial de la Salud, cuando su labor es más perentoria a nivel internacional.

Son verdades y acciones que el mundo debe conocer y juzgar ejemplarmente.

Tomad de ACN

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