Playita de Cajobabo: donde el tiempo se detiene ( + Video)

Guantánamo.-  El sitio histórico conmueve, estremece, complace. Recorrer  Playita de Cajobabo, es sentir que el tiempo se detiene, es sentir la presencia de José Martí, es remontarse a una historia que nos toca el alma.  Y muestra de ello, es presenciar enormes rocas y farallones que le perdonaron la vida aquel 11 de abril de 1895, cuando pasadas las diez de la noche, desembarcara junto  a otros cuatro patriotas  por la costa sur de la más oriental de las tierras cubanas. 

Para cualquier cubano es un honor caminar por la playa, subir lomas… conocer de  aquella travesía nocturna, con el mar embravecido, en la que el delegado del Partido Revolucionario Cubano acompañado del Mayor General Máximo Gómez, y los generales Francisco Borrego y Angel Guerra, el coronel Marcos del Rosario y el capitán César Salas, vieron partirse el timón del bote.

Feliz de la llegada a Cuba por la entonces desolada Playita, José Martí anota el iniciar su diario: “¡Dicha grande!”. Tiempo después, en el mismo sitio, Fidel Castro diría: “Nunca se ve en el Diario una queja, sino todo era optimismo, todo era entusiasmo, todo era orgullo. Él decía que había dejado las cadenas que lo habían acompañado toda su vida en la lucha por la independencia de Cuba”.

Llegaba José Martí a Cuba para incorporarse a la guerra iniciada el 24 de febrero de 1895. No pensaba más  que luchar por la independencia de su país. No imaginaba el delegado del Partido Revolucionario Cubano que este sitio, se convertiría años después, como lo calificara el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, en un lugar sagrado de la Patria.

Contrario a lo que le había sucedido a la expedición de Flor Crombet y los hermanos Antonio y José Maceo, quienes combatieron tras el desembarco días antes por Baracoa, José Martí y Máximo Gómez, no afrontaron mayores dificultades para entrar en Cuba sin ser descubiertos. Justamente, después de su regreso a Cuba, fue en tierra guantanamera donde más tiempo permaneció el Delegado del Partido Revolucionario Cubano antes de caer en combate el 19 de mayo de 1895.

El día se tornaba pesado, el mar estaba negro. En tanto, las altísimas y furiosas olas se elevaban chocando contra los farallones, esos farallones que hoy son testigos del paso del Maestro por Guantánamo. Y junto a la costa, las luces…. “ Hay que ceñirse los revólveres”, dijo entonces nuestro José Martí.

No sabían con certeza quienes estaban allí. Luego supieron que eran pescadores y les extendieron la mano. Al desembarcar Gómez besa la arena y Marcos del Rosario, uno de los tripulantes de aquel bote junto a Martí y Gómez, recorrió el lugar años más tarde, el 23 de abril de 1922, e identificó el sitio exacto donde se levantaría un monumento en 1947.

Años después, en la propia Playita de Cajobabo, Fidel Castro diría: “Nunca se ve en el Diario una queja, sino todo era optimismo, todo era entusiasmo, todo era orgullo. Él decía que había dejado las cadenas que lo habían acompañado toda su vida en la lucha por la independencia de Cuba”. 

Ha pasado 125 años del arribo de José Martí y Máximo Gómez por Playitas de Cajobabo y hasta el Monumento llegan las nuevas generaciones de cubanos para abrazar la historia. Y es curioso que,  todavía en aquel silencio, solo roto por el sonido de las olas del mar, aún sentimos la presencia del incansable luchador por la independencia nacional de Cuba.

 

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