Peligroso zigzag político de EE. UU. con Rusia

Hace apenas 48 horas el mundo conocía y aplaudía el anuncio de una posible próxima cumbre entre los gobernantes de Estados Unidos, Joe Biden, y de Rusia, Vladímir Putin.

La reacción es lógica, si se tiene en cuenta que el ahora expresidente republicano Donald Trump, en su paso por la Casa Blanca, durante los últimos cuatro años se encargó de imponer, como política única, una aberrante manera de gobernar con sanciones y amenazas.

Pero, dos días después de la conversacion entre Biden y Putin, el mandatario estadounidense –demócrata, no lo olvidemos–, al parecer traspapeló sus decisiones, y decidió adoptar nuevas sanciones contra Rusia, en pleno desafío a cualquier paso en que prime el diálogo y la paz.

La expulsión de diez miembros de la misión diplomática rusa en Washington, sanciones a 32 entidades y ciudadanos, entre otras medidas, han «volado en pedazos» las esperanzas de diálogo despertadas tras el anuncio de la posible cumbre bilateral. 

El presidente Biden ya había declarado ante el Congreso: «Por la presente informo que he emitido una orden ejecutiva que declara una emergencia nacional con respecto a la amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional, la política exterior y la economía de ee. uu. que plantean las actividades extranjeras perjudiciales especificadas del Gobierno de la Federación de Rusia».

La OTAN, inmersa en sus planes de amenaza militar contra Moscú, desde Ucrania, ha apoyado la decisión estadounidense de aplicar nuevas sanciones contra ese país. Y, lo insólito: «La otan llama a Moscú a cesar de inmediato su comportamiento desestabilizador y cumplir, como hacen los aliados, con sus obligaciones internacionales, incluidos los acuerdos y compromisos existentes de control de armas, desarme y no proliferación».

Parece que también la Alianza Atlántica ha traspapelado sus documentos, por cuanto no ha sido Rusia quien abandonó los acuerdos nucleares, tirados al cesto de basura por Donald Trump, ni quien ha movido a miles de sus tropas desde bases militares norteamericanas en Europa, hacia países fronterizos con Rusia, ni ha sido Moscú quien está incentivando una posible confrontación desde territorio ucraniano.

Como era de esperar, apenas Washington informó de las nuevas sanciones contra Rusia, la Unión Europea se mostró partidaria de ellas, y brindó su apoyo al Gobierno de Joe Biden.

Lamentable resulta esta política de zigzagueo en la nueva administración estadounidense, en vez de consagrar esfuerzos para disipar todo lo que signifique guerra, pasando por sanciones y amenazas.

La paz sigue en espera.

Tomado de Granma

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