La propia fuente indicó que de los 60 muertos que dejó la rebelión ocurrida los días 1 y 2 de enero en el Compaj ya fueron identificados 39 y agregó que en su mayoría fueron decapitados.
Los desórdenes en el Complejo Penitenciario Anísio Jobim se prolongaron durante 17 horas y fueron provocados por el enfrentamiento entre dos bandas criminales, las cuales compiten por el control de actividades ilegales en la región amazónica.
Se trata del denominado Primer Comando de la Capital (PCC), asentado en Sao Paulo, y la Familia del Norte (FDN), que domina el tráfico de drogas y el interior de las cárceles de Amazonas y es aliada del llamado Comando Vermelho (CV), una mafia con base en Río de Janeiro.
Desde el segundo semestre de 2015, líderes de la FDN son señalados como los principales sospechosos por el asesinato de miembros del PCC, un grupo que surgió en Sao Paulo, pero ya tiene presencia en casi todos los estados del país.
Durante la revuelta fueron tomados como rehenes empleados de la prisión y 74 reclusos, parte de los cuales fueron asesinados y sus cuerpos lanzados por encima de los muros del complejo.
La masacre del Compaj se inscribe como la segunda más sangrienta en la historia del sistema penitenciario de Brasil, después de la ocurrida en 1992 en Carandiru, Sao Paulo, cuando 111 presos fueron muertos por efectivos de la Policía Militar.