Madre: mucho más que un sustantivo (+ Video)

Hace unos días una colega decía: ser mamá es muchas cosas. Y de eso se trata, de todos los sentimientos encontrados que uno vive al volverse madre. No es un cliché, la vida te cambia.

En mi caso es mi segunda vez, pero vivo las experiencias como si fuese la primera. Nuevamente me embargaron las dudas y los miedos: ¿Podré hacerlo? ¿Estaré mejor preparada? ¿Cómo lidiaré con las situaciones cuando sean dos?

Una vez más e igualmente emocionada vivo cada momento, cada primera vez: al vernos, al agarrarme un dedo, las primera palabra, sus primeros pasos, el momento de regresar al trabajo luego de varios meses, y dejarla al cuidado de otra (s) persona (s), extrañándola, pensando en cómo estará.

Nuca se estará totalmente preparado, y por supuesto que habrá temores, porque créanme, ser madre no es tarea fácil, es mucho más difícil de como lo pintan, y a veces te dan deseos de gritar, de llorar, porque estás agotada o te sientes mal, o porque son tantas las tareas que hacer que no tienes ni idea de por dónde empezar. Pero para mi, lo difícil, lo hace mucho más gratificante.

Se trata de aprender también de ellos, porque ellas también me enseñan, por sobre todas las cosas, aprendemos a ser resilientes ante la vida, porque el amor, es y seguirá siendo nuestra mayor fortaleza.

Si me dijeran qué significa ser madre de dos, joven, trabajadora y soltera en estos tiempos, seguiría diciendo que es difícil, un desafío, pero no imposible. Y así entre mis locuras, con dos niñas a las que les sobra energía e inteligencia, vivo.

Disfrutando nuestros momentos de cosquillas, de risas, de dormir abrazaditas, nuestros triples besos, de contar por enésima vez el mismo cuento, o de ver el mismo animado, de responder los por qué, de redactar mientras lacto –porque aún lo hago-, y cantar de camino al círculo, porque son mi día a día, y no hay mayor bendición, al menos para mi, que acudir a su encuentro y saberlas felices, y recibir ese efusivo pero tierno abrazo acompañado del MAMI.

Vea también: Dejé de ser yo para ser la madre de…pero no me pesa

Desde que cumplí unos 25 años me he planteado las preguntas de rigor que la biología – la sicología y en ocasiones la sociedad – nos impone a las mujeres:

¿Quiero ser mamá? ¿Para cuándo me planifico? ¿Será que daré la cuenta para el rol? y es que personalmente tengo la vara bastante alta: una madraza por así decirlo: una mujer dulce, que supo enseñarnos, respetarnos, sufrir y disfrutar junto a nosotros, sin proyectar en nuestras vidas sus aspiraciones personales; una mujer de la que me siento orgullosa, en el plano profesional y personal, mi amor más sincero, mi roca en todos los temporales.

Pero la biología tenía para mi otros designios y entré en la treintena sin poder concebir y enfrentando una consulta de reproducción asistida que representa no pocos retos para la pareja, tanto en lo físico como en lo emocional. El deseo de tener un bebé y que pasan meses e incluso años sin lograrlo, implica desgaste, sacrificio, procederes médicos invasivos y dolorosos, tratamientos hormonales que atentan contra nuestra forma física, nuestra salud emocional, y en ocasiones, impactan directamente en la calidad de las relaciones de pareja y las familiares.

Este 2do Domingo de Mayo celebraré junto a las madres de mi vida, las agasajaré con regalos y cariños que demuestren mi gratitud por todo su amor y entrega pero también mi pensamiento estará junto a todas las madres potenciales que aún no logran concebir y maternar, porque ellas, desde el deseo y la intención, también son Madres.

(Por Yaneysi Nolazco y Yaiset Delgado Betancourt)

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