Luisito me estremeció el alma

Luisito, niño de Masí tras el paso del huracán MathewHuracán Matthew en Maisí

Guantánamo.- Apenas regresamos de Maisí, municipio guantanamero que sufrió la terrible experiencia del paso de Matthew… Casi nada quedó en pie… El agotamiento del viaje casi me vence. Sin embargo, no conseguiría pegar un ojo si no expreso lo allí visto… ¡Que tristeza!…

Alrededor del mediodía llegamos por vía aérea al poblado de Los Arados… Era irreconocible el paisaje que recordaba de los años en que laboré en el sitio.

Lo único que no cambió fue el recibimiento de su gente… Creo que nadie se sustrajo de venir a ver al “pájaro”, como escuché llamar a varias jovencitas al helicóptero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, FAR, que nos condujo al lugar.

Los que me recordaron no esperaron para darme el saludo de siempre: los hombres: el apretón de manos y el abrazo, las damas: un beso en la mejilla.

La China, Iris y Arcel, fueron primeros… Luego vinieron otros, a los que, sinceramente, no recuerdo bien… Todos desprovistos de la mayoría de sus bienes, incluyendo sus viviendas, lo que no limitó al último a traernos de beber, aunque hasta el agua es ahora ahí escasísima.-“Está al tiempo, ya que no tenemos servicio eléctrico, pero bébanla para que refresquen y tómense este café”- insistió. A esa hora el agua y el café me supieron a la gloria.

Mientras hacíamos nuestra labor reporteril nos acompañaban muchos niños y niñas, pero uno sobresalió cuando nos brindó grifo, como le dicen a una especie de cítrico medio ácido que en otros lugares llaman toronja.

Es Luisito, quien con aires de persona mayor hace sus cálculos y va a lo que queda de su casa… Poco después viene y reparte el alimento… Llega a mí y me dice – “Ésta la comparten entre dos para que alcance”-

Y hasta que el último de los visitantes, 6 ó 7 que allí estábamos, no comenzamos a comer, Luisito no lo hizo.

Pero antes se acercó a mi colega Haydee, se quitó su camisita a cuadros y le pidió que se la aguantara, para no ensuciarla, pues -“es la única que tengo limpia y me la pongo solo cuando viene el helicóptero”- dijo.

No pregunté a Luisito quienes eran sus padres, ni cuál era su casa…porque supe que era de ahí sin que me lo dijera. Su bondad y solidaridad es inconfundible… Así es la mayoría de su pueblo, así le enseñan…

Luisito, niño de Masí tras el paso del huracán MathewApenas sin nada que brindar, sacan debajo de la manga y siempre los de Maisí, sorprenden y dan lecciones de valores humanos a los visitantes…

Así resisten los duros embates de Matthew, protegiéndose unos a otros y compartiendo entre ellos lo que les dejó el temible huracán…

Antes de que regresáramos ya les llegaban vía aérea alimentos y provisiones, ya se había desobstruido la carretera que los mantenía incomunicados, se solicitó agua potable en pipas para abastecerlos y fuerzas y medios de las FAR laboraban junto al pueblo en la recuperación.

Regresé a la capital provincial con Luisito en la mente, el apuesto Luisito a decir de mis colegas Haydée y Lili, y seguramente lo recordaré mucho… porque el pequeño, sin proponérselo… me estremeció el alma.

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