Luces en Dos Ríos

Guantánamo.- Desde que desembarcó por la costa sur del oriente cubano, en Playitas de Cajobabo, José Martí llegó con su Dicha Grande a ofrecer su alma, su corazón, su pluma encendida por la independencia definitiva de su querida Patria.

Luego de desandar por montañas, valles y llanos de territorios que pertenecen hoy a las provincias de Guantánamo y Santiago de Cuba, el 19 de mayo de 1895, cayó en combate en Dos Ríos, donde se lanzó contra un torrencial de balas.

Tal vez ningún otro acontecimiento de la historia nuestra tenga tantas versiones. Incluso, Gonzalo de Quesada y Miranda, llegó a escribir: «Probablemente nunca se sabrá con certeza cómo se produjeron realmente los acontecimientos».

¿Qué pensamientos habrán sacudido  la mente del Apóstol cuando decidió irse al combate acompañado solamente del jovencito Ángel de la Guardia?

Ese enigma nunca lo sabremos; en cualquier caso tendríamos que respondernos que quiso dar el ejemplo después de haber lanzado, en la mañana, en Vuelta Grande, municipio de Niceto Pérez,su último discurso.

En Dos Ríos, perteneceiente al municipio de Jiguaní, en la provincia de Granma, reposa la leyenda que dibuja cómo parte de la sangre del Maestro fue recogida dentro de una botella por Emilia Sánchez y José Pacheco, admiradores de Martí.

Cada vez que se escriba o se visite a ese lugar sagrado de la Patria, lo más importante será comprender, en cualquier punto del mundo, que aquella caída no fue derrumbe o eclipse. Fue llama perdurable, estrella que iluminó el camino hacia la independencia definitiva con el ejemplo del Apóstol.

 

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