Los amores que animan a Javier

«Hablo con mi familia a diario, nos hacemos videollamadas y han comprobado que estoy bien. Los noto más calmados tras saber que me dieron el alta, por lo que mantener ese contacto ha contribuido a elevar mi estado de ánimo, aun cuando sigo en aislamiento social».

A Javier Jiménez, durante su paso por la selección cubana de voleibol, lo consideré un joven enérgico. Su saltabilidad, las explosiones de júbilo al anotar un punto y su incansable movimiento por el terreno animando a los suyos, lo distinguieron como atacador.

Hablamos en la distancia que nos impone a todos la covid-19. Él, desde su aislamiento en Estonia, quiso conversar con Granma. «El 5 de agosto comencé a jugar en la liga de este país y la acogida fue magnífica. Con anterioridad otro cubano había participado en este evento, así comprobé que los voleibolistas nuestros gozan de prestigio aquí».

Jiménez rememora que «después de un partido frente a un equipo de Milán, circularon noticias de que varios de sus integrantes presentaban síntomas de la enfermedad. Como yo formaba parte de un grupo de alto riesgo, nos pusieron en cuarentena, y me aplicaron el test. Aunque dio positivo, no afronté dificultades, por lo que rebasé con éxito el periodo de vigilancia epidemiológica».

Retornar al seno familiar es la lógica añoranza. «En estos momentos las fronteras están cerradas. Inicialmente tengo fecha de regreso a Cuba para mayo, atendiendo a cómo evolucionará la situación en abril».

Amén de agradecerle al Inder la constante preocupación mostrada por su salud, Jiménez lleva en su corazón la añoranza de encontrarse con los suyos. Motivos muy fuertes lo animan a no desmayar. «Quiero ver a mis dos hijos, una hembra de tres años, y un varón de meses de nacido».

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *