Los 160 días tras el rastro de la pandemia

Nadie, ni los propios técnicos y especialistas que en los laboratorios de Biología Molecular de Santiago de Cuba y Villa Clara procesan las muestras para determinar entre los sospechosos de las regiones oriental y central de Cuba a los portadores de la COVID-19, saben a ciencia cierta el tiempo robado al sueño durante el enfrentamiento a la pandemia.

Son tantas las horas de consagración que apenas han tenido tiempo para atender a la familia y los problemas personales, pues como refiere la responsable del centro santiaguero, doctora María Victoria Cabrera Núñez, «en medio del combate, la primera trinchera jamás tiene relevo, aquí no hay cuarentena y el verano se irá sin un día de vacaciones».

Según la Especialista de 2do. Grado en Microbiología y Máster en Virología, «esa realidad obedece a la importantísima misión de confirmar diariamente los casos positivos, mediante el conocido pcr, y dotar a la dirección del país y a las autoridades de Salud Pública, de los elementos necesarios para trazar acciones y orientar la estrategia a seguir en el orden médico, económico y social de cada territorio».

Ambos laboratorios rebasan ya las 40 000 pruebas y, para cumplir la tarea, tan pronto amanece, la doctora María de Lourdes Sánchez Álvarez emprende, al frente del colectivo villaclareño, la jornada, que solo concluirá con el resultado de la última muestra recibida de las provincias comprendidas entre Matanzas y Camagüey, porque detrás de él está toda Cuba esperando.

«En la medida en que ha avanzado la epidemia –señala–, se ha incrementado el número de casos procesados hasta cerca de 800 diarios, cifra que pudiera crecer y para lo cual hemos adecuado el horario, cambiamos la rutina de trabajo y buscamos la cooperación de especialistas del Instituto de Biotecnología de las Plantas, de la Universidad Central Marta Abreu. 

«La encomienda –añade–,  también impuso la creación de cuatro grupos  de trabajo, en los que se integraron los más experimentados con jóvenes recién egresados de la especialidad de Licenciatura en Bioanálisis Clínico, quienes renunciaron a sus vacaciones para estar aquí junto a personas como la licenciada Norma Medina, quien pospuso su jubilación».

En el caso de los especialistas santiagueros, la eficiencia y comportamiento estable mantenido por la tecnología de punta instalada corroboran la profesionalidad y el oportuno entrenamiento recibido, a lo cual, al decir de la doctora Cabrera Núñez, tras las expectativas y el susto del primer día se sumó la alta entrega y el rechazo al exceso de confianza.

«No hay situación más tensa que la actual –afirma–, porque tenemos lo que se dice una tanda de casos negativos en las provincias en tercera fase de recuperación, y para sustentar esta nueva normalidad, lejos de bajar, aumenta el número de pruebas, de ahí que, para evitar que la mente o la vista se “acomoden”, se impone mayor rigor y calidad en el proceso».    

Debe significarse, ahora, cuando eventos como los de La Habana y Artemisa demandan igualmente un notable incremento de los diagnósticos, que se trata de pruebas costosas, que evidencian la fortaleza del país en ese sentido y la confianza de cada cubano de disponer gratuitamente de una determinación tan segura.

Ese alto costo financiero y las criminales medidas del presidente Donald Trump contra la Isla, no han impedido que la capital cubana incrementara también ahora la capacidad de procesamiento de pruebas de pcr en cuatro laboratorios, más la incorporación del perteneciente al Hospital Naval, que eleva a 4 124 la disponibilidad diaria en La Habana.

En el digno desempeño mantenido a lo largo de la pandemia por los 15 trabajadores del laboratorio santiaguero y los 18 del villaclareño, la presencia mayoritaria de compañeras en esas nóminas, que solo exhiben dos hombres per cápita, los convierte en ejemplo de la disciplina innata en la mujer cubana, de su consagración y responsabilidad.

Tomado de Granma

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