Ley mambisa de nuestros tiempos

10 de Octubre, el clarín de la IndependenciaGuantánamo. – Desde que tengo uso de razón mi primer juguete fue un “blanco traje de mambí con cintos y todo”, tal como había pedido en carta que mis padres me ayudaron a escribir para los Reyes Magos… Casi no entendía nada, pero era “mambí”.

Para portar el “traje”  debían maquillarme con barba… soplaba una trompetica casera… y hasta anduve con un caballo de madera y plástico que fabricó mi “viejo”. Entonces podíamos jugar a ser mambises, porque ellos y otros seguidores de su lucha nos propiciaron la libertad  que gozamos.

Al pasar los años entendí mejor que ese orgullo nos viene a los cubanos dignos, de nacimiento.

La historia nos remonta siempre al alzamiento de La Demajagua. Aquel 10 de octubre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes convoca: “El soldado del deber no debe permitir, que la aurora lo sorprenda en su lecho”. Todos obedecen, empuñan sus armas… van a decir en voz alta y a sustentar con sus vidas el ideal de la independencia.

En el batey del ingenio se forma el primer núcleo de héroes, a su frente Emilio Tamayo, enarbola la bandera confeccionada horas antes y Céspedes se adelanta y dice: “¡Soldado de la independencia! el sol que ves asomar por encima de la Sierra Maestra, viene a alumbrar con su gloria el primer día de la libertad de Cuba!”.

Ese día Céspedes nombra a Bartolomé Masó, segundo jefe de las fuerzas libertadoras…Los patriotas preparan sus armas y equipos, exploran los alrededores del sitio… Céspedes y Masó ven los últimos detalles: firman primero el manifiesto en el cual explican al mundo la causa que impulsa a los cubanos a levantarse en armas contra los españoles y proclaman la independencia de Cuba.

En la madrugada del 10 al 11 parten de “La Demajagua”. Al frente de ellos marcha Masó, pasan por San Francisco, El Rosario y San Luis acampan en Palmas Altas, donde Céspedes da la libertad a los esclavos que le acompañan.

A las cuatro de la tarde reemprenden la marcha. A las cinco suenan los primeros disparos en un choque sin resultados… hacen alto en Caobita, a una legua de Yara. Desde allí Céspedes envía oficiales con la orden de entrevistar al capitán del partido de Yara para que se rinda a discreción, pues su defensa está deprimida… el opuesto se da por vencido.

Los insurrectos, con su ejército de ciento veinte hombres, de los cuales solo 36 iban armados, marchan inmediatamente sobre el pueblo con la intención de pernoctar allí. Después que los oficiales parlamentarios salieron de Yara entró una columna de regimiento de la corona española, pedida a Bayamo por el gobernador de Manzanillo, y lo que iba a ser el triunfo de las armas cubanas se convierte en su primer desastre.

Los soldados en número de cien infantes y veinticinco hombres de caballería se atrincheran sigilosamente en distintos lugares del pueblo… A las ocho de la noche, perfectamente distribuidos las fuerzas revolucionarias, entran los cubanos al pueblo de Yara. Nada anormal se nota, pero cuando se reúnen  en la plaza y se da el grito de ¡Viva Cuba libre!, el enemigo oculto y en acecho desde dentro de las casas responde con fuego sobre los patriotas.

Sorprendidos, retroceden en desorden y solo Céspedes y un pequeño número de valientes patriotas, sostienen el ataque, retirándose después sin ser perseguidos.  Ángel Maestre, uno de la escolta,  lleva la bandera con Céspedes… En el lugar permanecen doce hombres y la bandera cuando parece que alguno exclama: “todo se ha perdido” y el jefe de la insurrección objeta en el acto:

  • “¡aún quedamos doce hombres, basta para hacer la independencia de Cuba!”.

Aquel ejército de doce hombres atraviesa a la luz de los relámpagos la inmensa sabana de Yara y acampa poco distante de Jibacoa. Allí esperan el amanecer cuando llegan los dispersos por la emboscada, más decididos, como sobrevivientes del trágico comienzo.

Luis Marcano llega al campamento al frente de 300 hombres armados. Con este pertinente refuerzo, Céspedes y Masó acuerdan contramarchar inmediatamente sobre Yara, y al llegar sin emisarios con la intensión de atacarlos, se encontraron con que los españoles evacuaron al pueblo y marcharon hacia Manzanillo.

El día 12, en las cercanías de Yara, Bartolomé Masó renuncia al cargo de segundo jefe de las fuerzas revolucionarias, oportunidad que aprovecha el prestigioso oficial de la reserva del ejército dominicano Luis Marcano, quien unía sus conocimientos a sus influjos militares.

Masó sabe que con su determinación contraria a Céspedes, pero cree mejor servir a Cuba teniendo al frente del ejército un militar de nombre y dando el primer ejemplo de “todo por Cuba”. Las fuerzas revolucionarias entran y permanecen en Yara los días 13 y 14,  aprovechan para reorganizarse y nutrirse con otros efectivos.

Así comienza la  revolución cubana, la cual con sus suficientes infortunios,  deja a su paso por la historia la vida de cientos de miles de hijos dignos, para enseñar que solo hay un camino: el de la independencia y soberanía de la patria, marcado por Céspedes y sus seguidores aquel 10 de octubre.

La Guerra del 68 se disipa… Llega la contienda de 1895. Martí, los hermanos Maceo, Máximo Gómez y otros venerables patriotas dan todo de sí para continuar la lucha… Dejan su impronta en un pueblo sometido… Tampoco en esos años se consuma la independencia.

A la colonia española la reemplaza el imperio yanqui… Las condiciones del pueblo empeoran por  la dominación extranjera y el servilismo de sus lacayos… El patriotismo se nutre de otros hijos dignos…

Céspedes, Martí y quienes los acompañaron, renacen en muchos y más tarde en la generación que no deja morir al apóstol en el año del centenario de su natalicio… Un joven abogado, Fidel Castro encabeza la nueva contienda.

El reinicio es tan difícil como las anteriores experiencias… se gesta el asalto a los Cuarteles Moncada y  Carlos Manuel de Céspedes, fortalezas militares del servil gobierno de turno… Los revolucionarios que ahora portan uniformes verde olivo, arrancan el motor pequeño… La acción termina con el asesinato de unos y el arresto de otros por parte de la tiranía que sometía al pueblo, pero la lucha no se detiene… La presión popular hace que Fidel y sus compañeros apresados sean puestos en libertad.

Luego desembarca el yate Granma con 82 hombres… Las fuerzas serviles al imperialismo contraataca… hay dispersión de las fuerzas revolucionarias… Después logran reunirse en los abruptos parajes cercanos a Playa Las Coloradas… Fidel exclama:

  • “! …Con siete hombres basta para hacer la independencia de Cuba!”.

Hay lucha en la Sierra Maestra. Años más tarde el tirano vencido abandona el país… los barbudos vestidos de verde olivo descienden de la Sierra, esta vez con la victoria…

A partir de entonces vuelve a valer la legislación que Céspedes y sus patriotas juraron: “¡Soldado de la independencia! el sol que ves asomar por encima de la Sierra Maestra, viene a alumbrar con su gloria el primer día de la libertad de Cuba!”.

Es la ley mambisa de nuestros tiempos.

 

 

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