Las caras de la paz

«La paz completa»: así dicen muchos al hablar de Colombia, cuando finalmente, y luego de tres años de aproximaciones, el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se sentaron a conversar.

La frase, que comienza a hacerse recurrente en torno al panorama colombiano, reconoce implícitamente el gran paso hacia la paz que han sido los acuerdos suscritos por el ejecutivo de Juan Manuel Santos y las FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo) en noviembre pasado, y en cuya consecución están enfrascadas las partes.

Sirve de telón de fondo a las recién estrenadas conversaciones con el segundo movimiento guerrillero del país, precisamente, el traslado de los más de 6 000 miembros de las FARC-EP a las llamadas zonas veredales (26 en todo el país), en las cuales los insurgentes de ese grupo se han estado acantonando en los últimos días, para proceder a la entrega de las armas.

Es ese un paso siempre audaz para un movimiento guerrillero; pero ha contado con la palabra del Gobierno como sello de garantía y, tan importante como eso, con la presencia de los miembros de la comisión de verificación tripartita (las partes implicadas y la ONU), que supervisa el proceso desmovilizador. Y afortunadamente está transcurriendo sin grandes contratiempos.

Ha sido un buen comienzo para la materialización de una paz que, sin embargo, rebasa el silencio de las armas, y será totalmente realidad cuando, cuanto menos, se modifiquen las causas que originaron el surgimiento del conflicto y se mitiguen las terribles secuelas que ocasionó, admitiendo que deba haber desagravio de parte y parte, como en cierto sentido recogen los postulados relacionados con el tema de la justicia.

Es en ese contexto que destaca la importancia de lo pactado entre el Ejecutivo y las FARC-EP en asuntos tan importantes, entre otros, como la acordada reforma rural integral, la solución al problema de las drogas ilícitas y el establecimiento de la verdad y la impartición de justicia.

Ahora, el inicio de las pláticas con el ELN para poner fin a enfrentamientos que tienen también más de 50 años y pusieron su cuota en el sufrimiento y derramamiento de sangre en el país, muestra la misma certeza de que la paz necesita una mirada a fondo.

Así puede apreciarse en el temario sobre el cual están dialogando las partes a menos de 24 horas de instalada la mesa. La agenda, acordada desde enero de 2016, comprende también puntos que van más allá del fin del conflicto armado tales como participación de la sociedad y democracia: los dos primeros ítems del temario. Sobre ello se empezó a negociar desde este mismo miércoles de inicio de las conversaciones, que tienen lugar en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador.

Sí, Colombia está más cerca ahora de «la paz completa», pero no solo porque ha comenzado la búsqueda de una salida política al conflicto con el ELN, sino porque en los sectores decisores existe también la voluntad de ejecutar cambios en la vida social y política de Colombia.

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