La legalización del chantaje

Base Naval GuantánamoGuantánamo.- El retroceso dado por el actual presidente norteamericano respecto a Cuba se suma a la larga estela de hechos que en la historia confirman el cinismo ejercido por el gobierno de los Estados Unidos para hacer realidad las pretensiones de la “doctrina de la fruta madura” formulada en 1823 por John Quincy Adams, entonces secretario de Estado y más tarde presidente.

Como bien señaló el mandatario Raúl Castro este viernes en la clausura de las sesiones del Parlamento cubano, el señor Donald Trump retomó “un discurso y matices del pasado de confrontación, que demostraron su fracaso su rotundo fracaso a lo largo de 55 años”.

También subrayó que “la historia no puede ser olvidada, como a veces nos han sugerido hacer”. En ese sentido Raúl recordó que los vínculos entre Cuba y Estados Unidos han estado marcados, de una parte, por las pretensiones imperiales de dominación sobre nuestro país y, de otra, por la determinación de los cubanos de ser libres, independientes y soberanos.

No podemos olvidar acontecimientos muy importantes y decisivos en el destino de la Isla digna e independiente relacionados con la existencia de la ilícita base naval norteamericana en la bahía de Guantánamo.

El 16 de julio de 1903 el senado cubano “aprobó” el Convenio que reglamentó el arrendamiento a los Estados Unidos de estaciones navales y carboneras. Un mes más tarde lo ratificó el presidente de la Cuba humillada y con casi ninguna independencia de entonces.

Ponía en práctica el Convenio firmado por los mandatarios de Cuba y Estados Unidos el 16 y 23 de febrero de 1903, respectivamente, en cumplimiento del Artículo VII de la Enmienda Platt, impuesto a la Convención Constituyente de 1901.

Fue una versión que acordaba la concesión de dos bases, en Guantánamo y Bahía Honda. Teddy Roosevelt, presidente de Estados Unidos tras morir McKinley el 14 de septiembre de 1901, prefirió reducir el número de estaciones con el interés de no demorar la prevista instalar en Guantánamo con la mirada puesta en el apetecido y entonces inconcluso canal de Panamá.

El “visto bueno” dado por el senado criollo completó la legalización del chantaje imperial, sintetizado en el referido Artículo del ominoso apéndice de la Constitución de 1901, el cual impuso a la República tullida la obligación de arrendar a los Estados Unidos, “por el tiempo que lo necesitare” (por no decir literalmente a perpetuidad) las extensiones de agua y tierra necesarias para instalar las bases mencionadas.

Fue el resultado de la desunión de las fuerzas patrióticas, carentes del liderazgo anti- e José Martí y Antonio Maceo, conocedores de los verdaderos objetivos yanquis; abúlico Máximo Gómez tras su destitución por la desaparecida Asamblea del Cerro, disuelto el Partido Revolucionario Cubano por el traidor Estrada Palma y licenciado el Ejército Libertador.

Contribuyó la composición social del senado cubano de aquel 16 de julio de 1903, en donde predominaban los representantes de la burguesía criolla, encandilados unos por la supuesta generosidad norteamericana con Cuba y otros dispuestos a simplemente a servir o servirse de los intereses de Washington en la nación.

En definitiva, la base naval norteamericana se oficializó el 3 de diciembre de ese año, en una ceremonia en la que participó, sin apretones de mano ni brindis, el Jefe de Obras Públicas de Santiago de Cuba, designado por el gobierno para hacer entrega de aquella parte del territorio que la Armada yanqui ocupaba desde junio de 1898, cuando estableció allí una estación de apoyo al bloqueo naval a esa ciudad oriental.

Bien conocida es la historia de intervenciones, agresiones y provocaciones que ha tenido como protagonistas a los militares acantonados en el ilegal enclave, mantenido hasta ahora por la soberbia imperial para humillar a la Cuba revolucionaria, digna, soberana e independiente.

Pese a su legado de iniciar el proceso de normalización de las relaciones de los Estados Unidos con Cuba (no al revés), el presidente Obama defendió la existencia de la base naval en Guantánamo, alegando el cumplimiento de un Convenio que el pueblo y el gobierno de Cuba repudian por haber sido impuesto bajo amenaza e intimidación.

Durante su campaña presidencial, Donadl Trump juró mantener abierta la tristemente célebre prisión abierta por George W. Bush, el hijo…, y “llenarla con algunos tipos malos”. Desde entonces, ni la Casa Blanca ni el Congreso de los Estados Unidos se ha pronunciado siquiera respecto al futuro de la prisión.

Pero el anuncio del actual presidente de un retroceso en las relaciones con Cuba señala que se alejó aún más la solución del conflicto y que Estados Unidos continuará sintiéndose con derechos sobre su más antigua base naval en el extranjero.

La posición cubana respecto a la base está muy clara desde 1959, cuando el Gobierno revolucionario exigió el retiro de las tropas norteamericanas en Guantánamo y la devolución del territorio usurpado, e incluyó en la Constitución de 1976 palabras explícitas que declaran ilegal su existencia en el sureste de Cuba.

Es la condena permanente a la “legalización” del chantaje aquel 16 de julio de 1903.

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