Guantánamo.- A diferencia de Federico García Lorca, no esperé la luna llena y me fui a Santiago de Cuba. Cumplí un deseo que tenía atragantado en el medio del pecho: llevar una flor a Fidel. Otra vez, ingenuamente otra vez, pensé que ya había acabado de emocionarme.
La jornada dominical comenzó con el otorgamiento a los periodistas de Guantánamo del Premio a la Dignidad, distinción que entrega la UPEC y que nosotros merecimos por la cobertura dada antes, durante y después del huracán Matthew. Hicimos, y hacemos, lo que nos corresponde, igual la agradecemos con un mayor compromiso.
Luego nos fuimos a la Ciudad Héroe. Llegamos al filo del mediodía a Santa Ifigenia y el primer impacto fue ver en el parqueo la cantidad de vehículos de todo tipo: estatales, particulares. La enorme cantidad de personas; niños, jóvenes, adultos mayores…procedentes de toda Cuba, pero también del extranjero que como me confesó la española María José: “es más allá de la curiosidad, se trata de también homenajear a ese gran hombre que fue Fidel Castro”.
En las afueras, rosas rojas, amarillas, blancas. Nosotros llevamos las nuestras desde aquí, pero igual compramos más, porque nos parecieron pocas. Entramos a ese lugar sagrado que te sobrecoge por su majestuosidad y que va más allá de su belleza arquitectónica, ahí yacen también Martí, Frank, Mariana… Gran cantidad de personas dirigiéndose a un solo lugar, donde descansan sus cenizas, ahí, cerca de nuestro Apóstol.
La fila que se antoja interminable, es domingo… ¿la gente no prefiere descansar? Y de pronto una piedra grande y una lápida sin otro epitafio que cinco letras: Fidel. Tiemblo, respiro hondo para tratar de aprisionar las lágrimas. Al fin estoy aquí, al fin puedo ponerle flores y decirle: “Hasta siempre, descansa en paz y que tu luz nos siga iluminando”. Y me alejo con los labios apretados, sin atinar siquiera a tomar la anhelada foto entre el estremecedor tic tac que indica el cambio de la guardia de honor. Y todos nos apresuramos a posicionarnos para grabar el momento: en video, en imágenes, en los corazones.
La solemnidad del instante, la uniformidad de los muchachos del pelotón de ceremonia, un increíble silencio cómplice de tantas cosas que las palabaras no alcanzan a describir, la inmovilidad de ese particular intervalo…Yo grabando con manos trémulas y el corazón palpitante, luchando en vano contra unas lágrimas que ya no puedo contener…¡Y yo que pensaba que ya había acabado de emocionarme!
Periodistas de Guantánamo reciben Premio de la Dignidad
Periodistas de Guantánamo rinden tributo a Fidel Castro en Santa Ifigenia
Personas de todas partes de Cuba y del mundo comparten tributo a Fidel Castro
Un Santa Ifigenia que recibe a miles de personas cada día que quieren rendirle tributo a Fidel Castro
La guardia de honor que conmueve cada media hora
