«Les aplaudo yo a ustedes por el Pleno que acaba de concluir», dijo en la tarde de este domingo el General de Ejército Raúl Castro Ruz, a quienes han tomado parte desde este sábado, en el capitalino Palacio de Convenciones, del II Pleno del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Para los presentes en el encuentro —que encabezó el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez— resultó una gratísima sorpresa la presencia en la clausura del compañero Raúl, quien fue recibido por una ovación cerrada. «Muy buenas intervenciones», valoró el excepcional luchador ante quienes, en dos días de trabajo, han analizado asuntos medulares para la vida del país.
De broche de oro valoró el Presidente Díaz-Canel que el General de Ejército estuviese acompañando el cierre del II Pleno. Y seguidamente dio inicio a las palabras de clausura, no sin antes compartir su certeza de que Raúl está cumpliendo con su propósito —expresado hace seis meses en el 8vo. Congreso del Partido— de continuar, hasta el final de la contienda «con el pie en el estribo».
El Jefe de Estado hizo alusión a la complejidad del momento actual que atraviesa la Isla, a un mundo también inmerso en los retos de la COVID-19, escenario en el cual —dijo del pueblo cubano— «sin dudas no somos los más afectados pero sí los más castigados».
El dignatario reflexionó acerca de la singularidad de la Mayor de las Antillas, no solo por las características intrínsecas del país, sino porque el castigo que impone a nuestro pueblo la administración estadounidense a través del cerco económico, financiero e internacional, no es homologable en el planeta.
Díaz-Canel Bermúdez abordó distintos temas de urgencia: denunció la esperanza del enemigo, que sueña con fracturarnos la unidad y la resistencia; hizo referencia a las herramientas estratégicas, diseñadas en los últimos tiempos por la Isla para salir adelante; y a los aprendizajes nacidos en medio de la pandemia de la COVID-19.
Más de un concepto acerca de la lucha necesaria compartió el mandatario: la guardia revolucionaria —enfatizó—, la vigilancia revolucionaria, no se pueden abandonar jamás; nos distinguen la unidad, la capacidad de resistencia y la dignidad; tenemos la obligación de salir adelante; vamos a salir vencedores de esta batalla; tenemos luces en el camino, hay soluciones para cada uno de los problemas que estamos enfrentando.
Igualmente, el Primer Secretario del Comité Central expresó que la mayor virtud está en ser útiles y hacer por los demás; que no podemos dar ni un paso atrás en las conquistas de la Revolución; que la decisión es de lucha y victoria; y que cada problema es una oportunidad para vencer.
La del Presidente fue una alocución marcada por el optimismo, la exhortación al análisis crítico de la realidad y al llamamiento a no ceder un palmo en la defensa de la Revolución. «Tenemos que inspirarnos en el pueblo—enfatizó—, es una oportunidad de que tomemos conciencia, para vencer las dificultades, para luchar y pelear por la victoria sin desaliento».
Díaz-Canel extendió una exhortación esencial: «a cerrar filas, a luchar por nuestros problemas, a luchar con creatividad, es parte del combate».
Sobre el pasado 11 de julio y las lecciones que se desprenden de ese día, el Jefe de Estado definió que aquellas horas no constituyen un referente de ruptura: en todo caso, dijo, son un referente de unidad, una victoria de la Revolución Cubana.
«Aquí hay suficientes revolucionarios, enunció el Primer Secretario del Comité Central, para enfrentar cualquier tipo de manifestación que pretenda destruir a la Revolución». La lucha nuestra —reflexionó— es con inteligencia, con respeto y en defensa de nuestra Constitución, también con energía y valor.
A los imperialistas, Díaz-Canel Bermúdez les dejó un mensaje bien claro: «que sepan que van a tener que luchar contra un pueblo que no se deja engañar, un pueblo suficientemente numeroso, valiente y heroico para luchar, al que no le asustan amenazas».
A ese imperialismo —recordó el mandatario y muchos deben haberse acordado del Che—, «ni un tantito así». En este II Pleno, como en otros momentos de la Patria, la orden de combate fue explícita: «preparados y dispuestos a todo por defender lo más sagrado, lo que nos une, a ser consecuentes con la decisión invariable de Patria o muerte, Socialismo o muerte, y la convicción más profunda de que ¡Venceremos!».
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Fuente: Granma
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